“La democracia que tiene libertad política debe conjugarse con una economía en libertad”. ~ Víctor Paz Estenssoro, 1986
Juan L. Cariaga fue mejor conocido por ser uno de los principales autores del plan que detuvo de manera exitosa la hiperinflación del 23.500% anual de Bolivia en 1985, la sexta más alta que se había conocido nunca, donde los precios se incrementaban con el paso de cada hora, y que, en caso de no tener éxito, en los siguientes 90 días superaría la hiperinflación del 100.000% anual de la República de Weimar en 1920, la más alta de la historia hasta ese momento.
Ese absurdo episodio de la economía de Bolivia fue probablemente el caso más severo entre los países de la región que se dedicaron a crear dinero de la nada para tratar de saldar las cuentas públicas durante la “década perdida” de los años 80. Por eso mismo, Bolivia era frecuentemente citada en los principales libros de texto como un caso emblemático respecto de todo lo que no se debe hacer en materia de política económica.
Antes de las elecciones de ese mismo año, Juan L. Cariaga elaboró un modelo de cuentas fiscales que fue presentado al General Banzer a través de Federico Knaudt, un amigo en común. Entre otras cosas, el ensayo de ese modelo logró dilucidar que el país gastaba 30 veces más de lo que ingresaba. Por eso fue enviado a Harvard junto a otros economistas como Ronald MaClean y Carlos Iturralde, donde conocieron a Jeffrey Sachs y sostuvieron reuniones para discutir la situación de la economía.
No mucho más tarde, cuando Víctor Paz Estenssoro ganó las elecciones encargó a Gonzalo Sánchez de Lozada, primer Senador por Cochabamba en ese entonces, conformar y coordinar en equipo secreto de estabilización, donde uno de los primeros convocados fue Cariaga, para trabajar junto a otros como Guillermo Bedregal, Fernando Romero y Fernando Prado, en la elaboración de un plan, pero ya no sólo el del ajuste macroeconómico de Cariaga, sino también de reformas estructurales, a ser aplicadas en solamente 20 días.
Desde luego, en la elaboración de aquel plan se dio una discusión muy similar a la que se plantea hoy, aunque de manera muy tímida aún, y sobre todo a la luz del bochornoso fracaso del gradualismo de Mauricio Macri en Argentina. Luego de los seis intentos fallidos de estabilización gradual de Siles Zuazo, Sánchez de Lozada graficó así la manera en que el plan terminó siendo aplicado: “la hiperinflación es como un tigre, si no lo matas con una sola bala, te comerá”; tratamiento de shock.
Juan Cariaga agregó que el equipo no había recurrido a la aplicación de teoría altamente sofisticada para lidiar con la hiperinflación, sino que aplicaron conceptos muy sencillos: “si consigues un peso, gasta un peso; si consigues dos pesos, gasta dos pesos; si no consigues nada, no gastes nada. De esta manera ya no había que recurrir a ningún préstamo del Banco Central, por tanto, éste no tenía por qué seguir imprimiendo dinero.”
De igual manera, un elemento capital a destacar del DS 21060, fue que se implementó en democracia y libertad. En un inicio los escépticos pensaban que no era posible aplicarlo si no era con un gobierno como el de Augusto Pinochet en Chile. Pero por si fuera poco, fue implementado cuatro años antes de la caída del Muro, una considerable cantidad de tiempo como para que la Perestroika lo considerara y tuviera éxito en la extinta Unión Soviética.
Indudablemente, el 21060 causó mucha satisfacción personal y muchas oportunidades profesionales a Cariaga en decenas de conferencias en más de 20 países y tres continentes, pero también lo hizo su participación en las reformas de segunda generación del Plan de Todos, elaborando distintas leyes regulatorias.
Cariaga no tenía temor en lanzar ideas provocativas y desafiantes. Llamaba al empresariado privado nacional a cambiar de mentalidad para que no se limitaran a comprarle o venderle al Estado, sino a modernizarse y mirar más allá de las fronteras; a dejar de vivir de las nostalgias del siglo pasado, como las de la pérdida del Pacífico. Demostró, además, que un hombre que sabe lo que hace es respetado y consultado por distintos partidos y gobiernos para garantizar la continuidad de reformas de incuestionable beneficio no solo para Bolivia, sino para cualquier país y economía.
Lamentablemente, Cariaga vivió desde 2006 en el exilio al que el gobierno del MAS lo condenó, pero había vuelto al país hace poco. Traté de acercarme mediante mensajes abiertos, aunque sin éxito. No quise fastidiar y confié en que ya habría oportunidad, pero hoy quiero creer que estuve muy cerca de finalmente estrechar su mano y pedirle que estampe su firma en Estabilización y Desarrollo, que tanto leí, estudié y remarqué desde que me lo regalaron hace 20 años; ahora lo atesoro de manera aún más especial.
No quiero enterarme sobre si alguna de esas llamadas perdidas que tenía marcadas en enero era la suya, pero sí que le hice justicia a la enorme fuente de inspiración que su trabajo ha sido para realizar el mío, citándolo incansablemente y hablándoles de él a mis estudiantes de posgrado desde hace al menos seis años.
Juan L. Cariaga, QEPD.