Una de las preguntas más frecuentes que recibo en este entorno de crisis económica ya no es tanto sobre aspectos macro, sino sobre qué pueden hacer las empresas en específico. Pues estas son algunas sugerencias.
Primero tener acertado el diagnóstico macroeconómico, es decir, saber en qué etapa del ciclo se encuentra la economía en general, y es una de ajuste inevitable luego de los errores cualitativos de inversión generalizados que se indujo a cometer durante el auge artificial previo.
Luego, identificar el sector específico al cual pertenece la empresa en cuestión, si se trata de una industrial y muy capital intensiva, muy alejada de la etapa final de consumo inmediato, lo más probable es que tenga muchos activos ilíquidos y contraídos con sobre-endeudamiento.
La recomendación para este tipo de empresas es que si ya están en bancarrota no recurran a mayor endeudamiento. Lejos de ayudar, esto podría sólo prolongar la agonía y hacer el agujero financiero mucho más grande aún.
Sí, es muy fácil decirlo, pero no hay que temer a la bancarrota, porque tomar decisiones duras hoy y quedar en “fojas cero” probablemente sea la mejor decisión para replantearse ideas y estrategias para volver a empezar lo más pronto posible. No hay que perder tiempo.
Si se trata de una empresa familiar, guardar cautela frente a la coyuntura, no dejar de pensar con la perspectiva de largo plazo ni dejar de preservar las ventajas competitivas que la caracterizan.
De manera más específica aún, tendrán más posibilidades de reflotar aquellas empresas solventes que hayan manejado una caja neta muy adecuada previamente, pero más aún si no termina cediendo a la tentación del crédito fácil o artificialmente barato.
La pregunta clave para saber si una empresa genera valor de mercado a largo plazo y, por tanto, si será capaz de superar un ajuste económico generalizado satisfaciendo no una demanda hiperestimulada como la que tuvimos durante 14 años, sino una demanda real efectiva de mercado es cuántos años de flujo de caja libre representa el tamaño de la deuda de la empresa, y no sólo si cuenta con suficientes activos de calidad para su reposición.
Cuidar la calidad de los activos significa cuidar la calidad del balance contable, y tiene que ver con la aplicación de Ley de Utilidad Marginal Decreciente a cada uno de estos activos. Cuanto más vendibles los activos, más líquido y sano el balance. A liquidar malos activos HOY.
Hay que liquidar todos los activos de mala calidad para alcanzar mejores posiciones de liquidez y adoptar políticas de mucha frugalidad paralelamente, para afrontar un proceso de desapalancamiento lo más holgado posible. Y cuanto antes mejor. Más tarde será más difícil aún.
Ahora, tener liquidez no necesariamente es reservar cuanta mayor moneda nacional en caja sea posible. Luego, por un proceso de devaluación acelerada, esto podría más bien resultar en posiciones de demasiada iliquidez. El valor de la moneda nacional caerá conforme pase el tiempo.
Todo se resume en poder diferenciar el precio y el valor de la empresa, o saber operar dentro del margen de seguridad. A saber:
Margen de seguridad = (valor de la acción/precio por acción – 1) x 100
Cuanto mayor el margen, mayores las probabilidades de atravesar la crisis.
Dicho de otra manera, si una casa que vale 100 se la compra por 80, el margen de seguridad es 20.
Finalmente, mucha cautela con las decisiones apresuradas al calor de las circunstancias.
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