Nadie sabe qué esperar realmente. La máxima en este entorno de pandemia y confinamiento es: si nunca se ha experimentado algo, ¿cómo se puede vaticinar lo que está pasando? No obstante, son muchos más quienes se preguntan por qué las bolsas siguen en ascenso mientras los datos macro de crecimiento y desempleo son tan malos solamente como en 2009, 1946 o 1932, que los que se preocupan más por el futuro que por el presente.
Los optimistas que afirman que a pesar de que no habrá pronto una vacuna ni tratamiento del virus, y muy a pesar de que los fallecidos por Coronavirus ya son 300 mil alrededor del mundo, la bolsa seguirá en aumento guiada fundamentalmente por el sector tecnológico y, de manera más concreta, por el conjunto de las FAMG en el Nasdaq, porque llegará el momento en que se deba volver al trabajo con las medidas de seguridad que sean necesarias (barbijos, guantes, desinfectantes, etc.). Entre ellos están Paul Tudor Jones, Goldman Sachs o Naguib Sawiris.
Pero también están los pesimistas -siempre es más fácil serlo-, que son la mayoría. Estos afirman -aunque no sin razón- que es más lo que no se sabe sobre el virus que lo que se sabe, que hay más dudas que certezas, más preguntas que respuestas, y que, por tanto, habrá un nuevo desplome bursátil a niveles récord a la vuelta de la esquina, dando fin, además, al bull market más largo de la historia (400.5% desde el 9 de marzo de 2009).
Sin embargo, lo que sí se sabe en términos estrictamente económicos es que el desafío de la recesión económica global ya va tomando forma con los siguientes elementos:
- La deuda pública global asciende a niveles récord
- La guerra la comercial EEUU-China recrudece
- La guerra monetaria desde Lehman recrudece
- La Fed parece considerar tasas de interés negativas
- El precio del petróleo encuentra techo en $25
- Se avizora un incremento generalizado de impuestos
A pesar de no saber exactamente qué hace cada uno con su portafolio, entre los pesimistas están Warren Buffett, Ray Dalio, Sam Zell, Stanley Druckenmiller, David Tepper, Jeffrey Gundlach, Chamath Palihapitiya, Kyle Bass, John Paulson y David Einhorn, entre varios otros.
Ante este escenario, en términos generales, es necesario saber balancear el portafolio con una posición ofensiva y defensiva, entre tratar de hacer dinero y tratar de evitar perder dinero al mismo tiempo. En otras palabras, lidiar diariamente con el riesgo de perder dinero y el riesgo de perder oportunidades de inversión.
Entonces, ¿cómo podría un pesimista asumir una posición defensiva? Hay solamente dos caminos:
- Venderlo todo y mantenerse líquido. Esto no es lo más común, porque si bien podría ser seguro en el corto plazo, también se corre el riesgo de perder oportunidades de inversión. En todo caso, lo mejor es estar siempre invertido y no sobre-exponerse a los experimentos de la Fed ni por un minuto.
- Invertir en clases de activos más defensivos que ofensivos, como más bonos que acciones, más empresas grandes que pequeñas, más método value que growth, sectores más estables que cíclicos, más economías avanzadas que emergentes, más EEUU que el resto del mundo, y un horizonte temporal más de largo que de corto plazo.
Finalmente, lo que Donald Trump acaba de decir tampoco deja de ser válido e interesante:
When the so-called “rich guys” speak negatively about the market, you must always remember that some are betting big against it, and make a lot of money if it goes down. Then they go positive, get big publicity, and make it go up. They get you both ways. Barely legal?
En todo caso, lo que no debería ser legal es jugar siempre con imprimir dinero y establecer tasas de interés en cero o incluso en terreno negativo, pero siempre hay maneras de anticiparse tal vez no al momento, pero sí a la manera en que se suele elaborar la política económica una vez tras otra.
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