Ante un aterrizaje inevitablemente forzoso

Hagamos un breve repaso de coyuntura luego de un tiempo.

En el plano internacional parece que a pesar de todo y después de todo, la Reserva Federal no lo puede todo. Por un lado, en esta semana hemos visto máximos en Goldman Sachs, JP Morgan y Tesla, pero por el otro también se ha visto mínimos en Wells Fargo y máximos en el oro.

El value parece perder fuelle frente al growth. Tal vez porque así como muy bien dice Bill Gates, que en los próximos 10 años el mundo cambiará tanto o más que en los últimos 50 debido al avance de la tecnología, es cada vez más difícil invertir a largo plazo haciendo proyecciones con descuento de flujos futuros.

Ahora mismo estamos en una etapa donde si bien el mundo jamás dejará de depender de los commodities, los vehículos eléctricos tampoco reemplazarán pronto ni por completo a los vehículos a combustión. Sin embargo, y al mismo tiempo, la crisis de la pandemia está acelerando todavía más la adopción de nuevas tecnologías para incrementar la eficiencia de, por ejemplo, la intermediación financiera y la eficacia de la asignación de capital justamente en momentos en que más se lo necesita.

Desde luego, el put de la Fed explica mucho -si no todo- de lo que está sucediendo; el mayor programa de estímulo keynesiano de la historia lo está distorsionando todo. Muchos de los activos que ya tenían un buen rendimiento lo podrían estar haciendo cada vez mejor, aunque tal vez demasiado, pero muchos de los activos que debieron haber sido liquidados hace mucho se mantienen en estado zombie o «estanflacionario», e impiden que el mercado reasigne capital hacia donde es auténticamente necesario para que la economía vuelva a crecer y no sólo los mercados.

En otras palabras, la Reserva Federal y el resto de los principales bancos centrales alrededor del globo están abriendo una brecha cada vez mayor entre el precio y el valor de los activos, fundamentalmente financieros, como nunca antes en la historia, tanto al alza como a la baja, muchísimo más que desde Lehman. Por tanto, hoy en día, los métodos de inversión tradicionalmente más seguros y rentables están siendo puestos a prueba como nunca antes, y en la espera de que todo vuelva a la normalidad se podría terminar perdiendo el tren de los siguientes 10 años de los que habla Gates.

A fin de cuentas, y al menos por ahora, adaptarse hoy a una nueva realidad estriba fundamentalmente en la capacidad de identificar antes y mejor que nadie tanto las burbujas como las anti-burbujas que está creando la banca central, y cada vez menos en detectar oportunidades en la economía real con negocios relativamente convencionales que busquen ganarse la confianza del cliente y mantener un espíritu de permanencia a largo plazo en el mercado.

Ahora bien, en el plano local, ¿es momento de invertir en Bolivia? Partiendo de la hipótesis de «the best time to invest is when there is blood in the streets», definitivamente no, todavía. 

Al actual gobierno se le exige mantenerse al margen de los ajustes y reformas estructurales en todo ámbito, y limitar su rol única y exclusivamente a la transición. En un inicio se pensaba que existía la posibilidad de convocar a elecciones en un plazo no mayor a los tres meses. Sin embargo, por una serie de factores objetivos, que desde luego incluyen la pandemia del Coronavirus, esto todavía no ha sido posible en casi 9 meses, lo cual recae en un deterioro cada vez mayor de la economía.

Es muy difícil prever por cuánto tiempo podrían ser postergadas las elecciones del 6 de septiembre, pero se ha elaborado un plan que, en términos generales, consiste en tratar de que el mismo modelo de los últimos 15 años, que ya se encontraba agotado mucho antes de la crisis de fines de 2019, no se precipite, pero aquí hay un trade-off muy difícil de conciliar: el aterrizaje será de todas maneras forzoso, pero el plan no lo amortigua, sino que lo posterga a cambio de hacerlo todavía más difícil de asumir.

En este escenario, entonces, surgen al menos tres preguntas fundamentales: ¿este plan será suficiente para garantizar un margen de maniobra mayor al actual en la Asamblea Legislativa? Aún si este plan funciona, ¿existe un plan de ajustes y reformas a largo plazo para el día después de las elecciones? ¿Tienes un plan B?