Veamos algunos elementos básicos y fundamentales sobre la conveniencia o siquiera posibilidad de devolver los aportes de las AFP.
Como el acoso permanente contra las AFP no es reciente, sino que viene de mucho antes de la crisis de la pandemia, hay que abordar el primer argumento: «la rentabilidad que logran es demasiado baja».
Correcto, las rentabilidades de ambas AFP son de algo más del 1%, apenas. ¿Es esto culpa de las AFP? No, mucho menos del sistema.
Para empezar, el sistema opera con un diseño de fines de los 90, cuando el país necesitaba recapitalizarse desde el desastre de la UDP de los 80 (muchos trabajaron con el MAS y hoy pretende volver a gobernar) y está obsoleto.
«Entonces volvamos al sistema de reparto, y nuevamente a cargo del Estado». Eso argumenta el MAS, que se lo gastó (y robó) todo para estimular la demanda agregada interna que nos trajo donde estamos hoy, pero aún creen que se adolece de falta de ingresos y no de exceso de gasto.
Como Arce Catacora creía (y cree) que lo que impulsa el crecimiento es el gasto, aunque no pueda explicar por qué desde 2013 a mayor gasto hubo mayor desaceleración, pretendió sustiruir la caída de los ingresos del gas con el incremento de la deuda pública.
Tal vez Arce Catacora tenía la esperanza de que sus empresas públicas serían rentables algún día del siglo XXI, necesitaba nuevas fuentes de financiamiento de manera desesperada, y lo único que quedaba eran los recursos en el sistema bancario y financiero.
Tal vez vio con temor que brincarle al sistema no eran tan fácil (recuerden el problema con el software, que duró varios años) y que el escándalo de confiscar (robar) esos recursos sería igualmente comparable al de los Kirchner en Argentina en 2008.
Pero el objetivo era ese, confiscar los recursos del sistema, que eran los únicos que quedaban para seguir cebando la bubruja, bajo el aegumento de que el Estado lo haría mejor que las AFP, y además bajo el sistema de reparto.
Sin embargo, como no lo logró, las forzó, aprovechándose de la antigua y obsoleta ley de fines de los 90 que las diseñó, a invertir no sólo dentro del país, que ya implica mucho riesgo, sino además en la basura de muy alto riesgo que él mismo indujo a crear desde 2013.
Con tasas de interés crediticio artificialmente baratas es difícil invertir en activos de calidad a largo plazo, pero el sistema financiero estaba obligado a invertir. Esto puede funcionar durante un tiempo, pero cuanto más crece sin bases sólidas, más dura será su caída después.
De ahí viene la baja rentabilidad de las AFP. En Chile, en cambio, origen del sistema de ahorro previsional en el mundo, las rentabilidades no fueron desdeñables, pero a pesar de que también necesita ajustes (no reformas o su reemplazo), al menos ofrecían seguridad.
Durante los ataques de la izquierda radical a fines de 2019 en Santiago, las AFP pudieron proteger los recursos de sus aportantes invirtiéndolos en el exterior, porque allá sí tienen la posibilidad de hacerlo, y además lograron rentabilidades entre 8,91% y 17,68% en 5 categorías.
Ahora bien. Hoy en Chile se acaba de aprobar el retiro del 10% de los aportes. Camila Vallejo es una de sus mayores impulsoras. El primer eslabón en la cadena de sucesos es la liquidación forzosa de $2.500 MM de acciones chilenas en las que invierten las AFP. Descapitalización.
Por un lado, retirar aportes puede significar una ayuda para el aportante en esta crisis, efectivamente. Sin embargo, también significa no tener aportes para la vejez o que sean significativamente bajos; que las AFP ya no puedan invertir y generar riqueza desde hoy a futuro.
Retirar aportes de las AFP también significa retirar los recursos de aquellos lugares, sectores y personas concretas que se benefician con sus inversiones. Se rompe con todas las virtudes de generar auténtica riqueza para el país, porque primero lo descapitaliza.
Además, retirar aportes antes de lo formalmentne establecido previamente, significa rescindir contratos. Sí, los aportes son de propiedad privada, pero las AFP no son un banco comercial. Retirar estos fondos conlleva un altísimo coste para ambas partes que nadie considera.
Si realmente quieren ayudar a la gente que más lo necesita en esta crisis, no hay atajos:
- Recorte del gasto público
- Flexibilidad laboral
- Apertura a la inversión privada internacional
Esto como condiciones mínimas indispensables.
Y si se busca que las AFP sean rentables, primero el Estado debe dejar de acosarlas y de ponerle sus pezuñas encima. La idea no es volver al sistema de reparto, sino hacerle ajustes a su diseño obsoleto de hace 25 años, buscando las mejores maneras de recapitalizarlas primero.
Finalmente, hoy hay falta de liquidez en el sistema desde hace al menos 3 años. No hay cómo generar rentabilidad sin incrementaar aún más deuda. Si no quieren generar todavía más presión sobre el tipo de cambio, caída de demanda de bolivianos, inflación y más demanda de los pocos dólares que quedan, ¡no las toquen!