Pese a que la Ciencia que inició Adam Smith ha probado sobradamente la certeza de sus conclusiones a través de más de dos siglos, sigue siendo necesario, hoy como ayer, explicar una y otra vez las ventajas del libre comercio internacional y de los impuestos moderados, así como las que se derivan de un Estado de Derecho que garantice la seguridad física y jurídica, el derecho a la propiedad y el cumplimiento de los contratos.
En consecuencia, no podemos dejar de hablar de un experimento casi perfecto para el análisis en un solo país, un solo pueblo y una sola nación como la de Corea, país que en 1945 optó por dividirse en Norte y Sur, y que con el pasar del tiempo, ha mostrado resultados diametralmente opuestos debido a la aplicación de dos sistemas antagónicos.
Como puede apreciarse en la Ilustración 1, Corea del Sur empezó un espectacular despegue, perono a partir de su separación de Corea del Norte, sino a partir de una serie de reformas institucionales en busca del mejoramiento de la calidad de vida de sus ciudadanos desde la década de 1970, pudiendo integrarse a la economía global con una industria de alta tecnología. Aproximadamente cuatro décadas atrás, el PIB per cápita era comparable con el de los países más pobres del continente asiático y africano, para que en 2004 pasara a formar parte de las veinte economías más grandes del mundo.
Cuando Xavier Sala-i-Martin construyó la distribución mundial de la renta, con el objetivo de mostrar hasta qué punto el mapa del desarrollo económico coincide con el mapa de los países que han adoptado, en mayor o menor medida, las instituciones que hacen posible la globalización, observó la situación del conjunto de la humanidad más pobre en 1970 y la comparó con la de 1980, 1990 y 2000, llegando a la conclusión de que, habiéndose reducido el número de pobres de 1.200 millones a menos de 800 millones en el mundo, todos los países que funcionan tienen mercados, tienen apertura.
Este factor impacta favorablemente en el bienestar de la población. Por ejemplo, el Índice de Desarrollo Humano (IDH) en Corea del Sur que en 1975 fue de 0.713, en 2005 alcanzó a 0.921 (Islandia y Noruega tienen los
3 niveles más altos de IDH, 0.968).
En este sentido, trabajamos con el único referente que permite “calibrar” el éxito económico en relación a los mercados y la apertura, tanto de nuestro caso de análisis como de otros 182 países alrededor del mundo: el índice de Libertad Económica, instrumento construido en base a las teorías de Smith.
Como se observa en la Ilustración 2, no solamente puede apreciarse el grado de libertad que tanto dista entre una economía y la otra, sino que para el caso de Corea del Norte, la economía solamente pasa de una constante y prolongada rigidez, a ser una economía aún más reprimida con el pasar del tiempo; Corea del Sur por su lado, presenta algunas variaciones, aunque ligeramente marcadas y con tendencia a ser más libre con el pasar del tiempo.
En términos del trabajo de Sala-i-Martin, los resultados norcoreanos responderían al mapa de los países más desfavorecidos, coincidiendo también con el de los países a los que no ha llegado la globalización, o bien porque no han acertado a adoptar las instituciones que la hacen posible.
Corea del Norte es una de las economías con mayor dirección central, con menor apertura en el mundo, y enfrenta problemas económicos crónicos. Por ejemplo, el stock de capital se encuentra muy cerca de no poder ser reactivado, como resultado de varios años de bajos niveles o ninguna inversión, y el constante gasto en armamentismo de gran escala desvía los recursos necesarios para el consumo y la inversión pública. Las severas inundaciones de 2007 agravaron la escasez crónica de alimentos ya existente, causada por persistentes problemas sistémicos, por la carencia de tierra cultivable, prácticas de agricultura colectivas, escasez de combustible y maquinaria, y por la prohibición de la venta de alimentos de privados.
A pesar de que las entregas de comida de la ayuda internacional han permitido que la gente evite el hambre generalizada, la población sigue sufriendo de desnutrición prolongada y condiciones de vida muy pobres. La economía probablemente creció en 2009 debido a condiciones climáticas favorables y a la asistencia energética de otros países. Sin embargo, en diciembre de 2009, Corea del Norte prohibió el uso de monedas extranjeras y realizó una nueva denominación sobre la suya, limitando el intercambio e inhibiendo la posibilidad de prosperar. Mientras que las exportaciones de Corea del Sur continúan creciendo y fueron en 2008 373 veces superiores a las de Corea del Norte, como nos muestra la siguiente ilustración.
Luego de la crisis financiera asiática que entre 1997 y 1998 provocó una contracción del 6.9% en su economía, Corea del Sur adoptó una mayor apertura para las importaciones y la inversión extranjera, que le permitió alcanzar un ritmo de crecimiento del 9% entre 1999 y 2000. Entre 2003 y 2007, el crecimiento fue moderado, ubicándose entre el 4 y el 5% del PIB. Con la llegada de la debacle financiera de la segunda mitad de 2008, la desaceleración de la economía llegó a niveles de un 0.8% en 2009. Empero, en el tercer cuarto de 2009, la economía comenzó a recuperarse, en gran parte al crecimiento de las exportaciones, bajas tasas de interés, y una política fiscal expansiva.
Con estas evidencias, está claro que sigue siendo necesario advertir en forma insistente sobre los perjuicios que ocasionan las barreras a la apertura, al comercio internacional, la inseguridad física y jurídica, la intervención en la economía, los subsidios, los impuestos altos y toda institución que permita la prosperidad.
Análisis para Fundación Milenio publicado el 26 de marzo de 2010.