Bitcoin acaba de superar los $50.000.
Respecto de la pregunta sobre si Bitcoin es una inversión de largo plazo, tal vez podría tener una respuesta inmediata sobre todo para quien pueda haberlo comprado hace 10 años.
¿Qué es lo que ha pasado recientemente con Bitcoin?
Pues, lo primero a decir es que, por muy volátil que sea, por mucho que haya subido y vuelto a caer no mucho después, no ha muerto. ¿Por qué lo digo? Porque yo ya discutía sobre Bitcoin con varios colegas cuando vivía en Madrid hace ya 9 años, cuando estudiaba con el profesor Jesús Huerta de Soto y Juan Ramón Rallo, en plena crisis del euro y no mucho tiempo después de la Gran Recesión de 2007 y 2008, cuando nace Bitcoin.
En ese entonces Bitcoin tenía un precio aproximado de $180. Hoy en día Bitcoin ha superado la barrera de los $50.000.
Si no soy optimista con Bitcoin, me da miedo estar del lado de Nouriel Roubini, aunque no tanto de Peter Schiff, o más aún, de Warren Buffett.
Me gusta, por cierto, la posición de alguien como Jared Dillian o de Nassim Taleb y la lógica detrás de su decisión de vender todos sus bitcoins:
Se supone que una moneda nunca puede ser más volátil que lo que se compra y vende con ella. No se pueden establecer precios denominados en Bitcoin.
Por otro lado, si acaso soy optimista con Bitcoin, me daría temor estar del lado de JP Morgan, que a inicios de enero dijo que Bitcoin podría alcanzar los $146.000, pero 20 días más tarde dijo que podría no volver a superar los $40.000.
También tendría cierto temor si fuera igualmente optimista que Lindsay Lohan, aunque no tanto si acaso estoy del lado de Elon Musk con el optimismo.
Ahora bien. Soy optimista, porque se trata de algo que, a pesar de que va muy lento -ese es el principal motivo por el cual me he mantenido escéptico y moderadamente optimista-, es Blockchain, porque representa no un desafío al dinero fiat, sino a la banca comercial tradicional como ahora la conocemos, debido fundamentalmente a la trazabilidad.
Los bancos son negocios muy complejos, a la vez que muy frágiles, y no porque tengan miles de millones de dólares de rentabilidad anual van a dejar de ser vulnerables.
Pero, honestamente la respuesta a si Bitcoin es un activo de inversión de largo plazo (digamos, 50 años), todavía no me queda claro: Bitcoin no es una acción, no tiene flujos de caja, no tiene ningún valor considerado como intrínseco. Se parece a un esquema Ponzi, aunque está descentralizado. No es un commodity como el oro ampliamente aceptado, no sirve como unidad de cuenta, y la mayor discusión es sobre si realmente sirve como depósito de valor en sí mismo. Por tanto, aunque esté en el mercado por más de 10 años ya, no es moneda.
No importa si hoy Bitcoin vale $50.000 o $2.000.000, si Lindsay Lohan es su mayor promotora, si Elon Musk ha invertido $1.500 millones en Bitcoin, o si JP Morgan dice ahora que no puede abstraerse del mercado de Bitcoin porque de otra manera pierde cuota de mercado –por cierto, lo mismo decían los bancos mientras crecía la burbuja inmobiliaria; claro que vieron la burbuja, pero no podían abstraerse del auge, a la vez que tampoco podían insinuar siquiera que había una burbuja por motivos obvios.
No importa si te has hecho millonario de la noche a la mañana, porque ni Elon Musk ni Lindsay Lohan ni JP Morgan saben más que el conjunto del mercado.
El problema, en realidad, es justamente ese, su volatilidad. Lo que demuestra que Bitcoin funciona no es que haya gente que se haya hecho millonaria en 10 años invirtiendo en Bitcoin, sino que todavía se sigue discutiendo desde entonces si Bitcoin vino para quedarse, si vino para reemplazar por completo al régimen de dinero fiat.
Así como no era admisible para la cordura de cualquier trader tener que estar pendiente del Twitter de Donald Trump antes que de sus monitores de Bloomberg, ¿cómo puede ser que Bitcoin se dispare con un Tweet de Elon Musk? ¿Cómo puede ser que también con un Tweet, si acaso Elon Musk cambia de opinión, provoque que se desplome?
Ahora, yo no voy a criticar a quienes apuestan por Bitcoin, pero tampoco a quienes no invierten en él. En todo caso el problema es querer subirse a la ola asumiendo que nunca va a romper, o pretender ser capaz de bajarse de la ola en el momento inmediatamente anterior en el que rompa. Lograr esto es simplemente imposible como respecto de cualquier otro activo de inversión de corto plazo. Y 10 años sigue siendo corto plazo.
Más aún, yo no le recomiendo a nadie invertir en Bitcoin, ni voy a oponerme a que nadie lo haga, porque mi enfoque de inversión es muy distinto. Mi objetivo no es forrarme ni ayudar a nadie a forrarse invirtiendo en Bitcoin; yo no oriento a nadie a hacer dinero fácil, sino a preservar el dinero que tanto tiempo y esfuerzo le ha costado conseguir.
Y si de todas maneras hay quien me apresura y obliga a darle alguna sugerencia o recomendación, invierte una proporción relativamente pequeña de un portafolio de inversión, así como lo hace con el oro físico, porque puede explotar. Y todavía más, si vas a invertir en Bitcoin, a pesar de que puede que ya sea tarde para invertir en él -ya hablamos de eso-, trata de hacerlo muy aparte de tu portafolio, porque lo puede distorsionar demasiado y tus nervios podrían no soportarlo.
Ahora bien. Cuando discutía sobre Bitcoin llegué a la siguiente conclusión y creo que me voy a mantener en ella:
Creo que quienes más avanzados están en cuanto a teoría monetaria son los economistas de la Escuela Austríaca. Esto no quiere decir que exista un pensamiento monolítico al respecto. De hecho, hay muchos economistas austríacos muy optimistas con Bitcoin y hay otros que son muy pesimistas.
Pero si hay algo que la Escuela Austriaca sostiene es que toda vez que se ha intentado manipular, rediseñar o crear una institución de origen espontáneo y evolutivo como la ética, la ley, la familia, el lenguaje, una crisis está garantizada, simplemente porque estas instituciones no son de una creación deliberada, no las ha creado nadie. Es decir, el socialismo es imposible por este mismo motivo, porque no es posible crear nuevas sociedades o nuevos hombres ni de forma deliberada ni de forma coactiva, porque son muy superiores a la comprensión de pocos hombres.
Y pues lo mismo sucede con la moneda. El oro, por ejemplo, ha atravesado un proceso de monetización hasta convertirse en el mejor dinero posible, en un período de tiempo tan extendido como entre 4 mil y 6 mil años. Nada dice que Bitcoin no pueda convertirse en un criptoactivo comparable en mucho menos tiempo, pero a juzgar por los niveles de volatilidad que ha registrado en los últimos diez años, todavía le falta mucho.
Sin embargo, si acaso Bitcoin triunfa y termina convirtiéndose propiamente en moneda, esto querría decir -contrariamente a lo que afirman economistas austríacos como Carl Menger o Friedrich Hayek- que el hombre es capaz de crear o manipular instituciones de origen espontáneo y evolutivo de manera objetiva, es decir, que así como con el dinero será capaz de crear una nueva lengua, nuevas sociedades, nuevos hombres; tendríamos la capacidad de ser ingenieros sociales, el socialismo sería posible.
A mí me encanta la idea de Bitcoin, me encanta que funcione como un contrapoder a los mayores experimentos monetarios que se ha visto nunca por parte de los bancos centrales alrededor de todo el globo, pero creo que se requiere mucho más que sólo un deseo para que Bitcoin finalmente funcione como reemplazo absoluto del dinero fiat.
Aunque, eso sí, yo creo que Blockchain sí vino para quedarse. Va más lento de lo que uno quisiera, pero creo que terminará siendo un desafío mucho más importante para la gran banca sobre todo comercial como la conocemos hasta hoy, antes que un desafío al sistema monetario global actual.
Entonces, para no extenderme más: hay que tener mucho cuidado antes de fanatizarse, hay que tener mucho cuidado antes de ser dogmáticos, hay que tener mucho cuidado con tomar decisiones al calor de las emociones, hay que tener mucho cuidado lo que uno desea por todo lo que implica.
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