La salud de la economía de Bolivia -para no hablar ya de la dificultad para encarar el desafío de la importación y aplicación de las vacunas contra el Covid-19-, se está deteriorando rápidamente.
Medidas improvisadas y desacertadas
Con seguridad que, como consecuencia en el fracaso en la nueva emisión de bonos soberanos por $3.000 millones que se tenía proyectada para el primer trimestre, el gobierno de Arce Catacora está aplicando medidas que, definitivamente, no no sólo no ayudarán en la recuperación, sino que agravarán la crisis: la prohibición a la exportación de carne y la reducción del límite de ingreso y salida de divisas del país por vía bancaria, de 50.000 a 20.000 dólares.
¿Por qué estas medidas representan la dinámica que está tomando la economía de Bolivia?
El hecho de que -al menos hasta el momento- Bolivia no haya tenido éxito en conseguir financiamiento externo, constituye un problema que podría ir agravándose rápidamente, pues las reservas del Banco Central de Bolivia no podrán recuperarse en los 1.000 millones de dólares que proyectaron hasta fin de año, con lo cual será más difícil encarar la creciente presión sobre tipo de cambio, dotar de liquidez al sistema bancario y financiero, y finalmente diferir el vencimiento del pago de los bonos soberanos que vencen entre 2021 y 2022, hacia adelante.
Respecto del límite a la exportación de carne, el gobierno ha tratado de justificar la medida afirmando primero que se trata de una medida temporal -para la que ahora exige también un certificado de abastecimiento a los ganaderos para poder exportar- y luego, porque existe el peligro de que el mercado interno quede desabastecido.
Desde luego, las primeras consecuencias de la medida son precisamente el desabastecimiento (de hecho, los mercados han quedado en escasez de carne luego tan solo unas horas después del anuncio de la medida), y luego una caída de las reservas internacionales del Banco Central de Bolivia, que se suman a la caída de 771 millones de dólares (484 millones en divisas y 289 millones en oro) durante los 150 días que Arce lleva en el gobierno.
Sobre el control a la salida de capitales, el gobierno ha tratado de justificar la medida afirmando que así busca evitar el lavado de activos. Sin embargo, lo cierto es que tiene que encontrar la manera de evitar que las reservas sigan cayendo a causa de la permanente salida de capitales que está causando el deterioro democrático institucional, la política de importación por sustitución de importaciones, la creación de nuevos impuestos y el incremento de viejos impuestos, los nuevos casos de corrupción en el gobierno, la crisis sanitaria y el estigma contra los ricos o “los oligarcas”, entre varios otros.
Libre comercio, el único camino
En todo caso, la única garantía real para la seguridad alimentaria o para garantizar el abastecimiento del mercado, es el libre comercio. Por ejemplo, hoy el gobierno del Movimiento al Socialismo ha decidido impedir la exportación de carne “para priorizar el abastecimiento interno”, pero al mismo tiempo critica a los países “capitalistas” por “acaparar” las vacunas que producen.
Más aún, esto es debido a que el modelo no funciona, y no lo hace fundamentalmente porque el gobierno tiene cargo una proporción cada vez mayor de recursos por asignar en la economía.
Como muestra, un botón: hace un par de días se tuvo conocimiento de que el gobierno de Arce decidió inyectar Bs. 990 millones (alrededor de 143 millones de dolares) a Ecebol, la Empresa Pública Productiva de Cementos de Bolivia, pese a que acumula un déficit de Bs. 329 millones (47,2 millones de dólares) y sobreoferta de cemento. Es decir, inyectan recursos a una industria que produce lo que nadie demanda.
Pues es justamente por esto que, contrariamente a lo que la sabiduría económica convencional sostiene, y que tanto el gobierno de Arce como la oposición en Bolivia siguen, es posible que una economía registre elevadas cifras de crecimiento del Producto Interno Bruto y que la gente no tenga qué comer al mismo tiempo.
Impuestos contra las FAANG
Igualmente, es por el fracaso en la emisión de bonos soberanos y la falta de dólares en el país, que ahora también anuncian la creación de impuestos contra grandes empresas tecnológicas como Facebook, Apple o Google (las mejor conocidas como “FAANG”) como mecanismo de recaudación.
Sin embargo, lo único que van hacer es encarecer el servicio para el consumidor final. Las FAANG simplemente van a trasladar ese incremento de impuestos a los precios finales, que ya están hartos de tanto impuesto.
Por otro lado, hay servicios que muchísimos emprendedores digitales, sobre todo jóvenes, desarrollan, o que incluso crean nuevas plataformas que se alojan ya en en el ecosistema de empresas como Amazon, que quebrarán o no les quedará más que refugiarse en la informalidad.
Si incrementan impuestos en Bolivia a las FAANG, dejarán fuera del mercado a muchísimos emprendedores digitales nacionales que hoy ofrecen soluciones a problemas de gente que ni siquiera conoce a cambio de un legítimo beneficio; quedarán fuera al encarecer sus costos de inversión.
Más impuestos es más informalidad, mayor precariedad laboral, mayor desempleo, mayor pobreza. Aunque, eso sí, el gobierno (que no el Estado), mostrará como acierto su capacidad de recaudación, derroche y destrucción de capital.
Paralelismo con la crisis argentina
Finalmente, y si de algo sirve, por más que no exista manera de afirmar que esto sucederá exactamente de la misma manera en Bolivia, el período más severo de la crisis económica en Argentina empezó con la resistencia del gobierno de Mauricio Macri a realizar recortes de manera decidida para reducir la acumulación del déficit fiscal durante los dos primeros años de su gobierno, aunque más tarde tuvo que hacerlas de todas maneras, pero con un sacrificio considerablemente mayor, y sin alcanzar siquiera los objetivos.
A consecuencia de dichas políticas erráticas, popularmente conocidas como “gradualismo”, derivaron en corridas masivas de depósitos y capitales, devaluaciones del peso e inflación, que luego llevaron al gobierno a establecer controles de precios, después a controles de cambios que generaron el mercado negro de dólares, más tarde a controles de capitales que causaron aún mayor desabastecimiento que la inflación, y finalmente a los controles de depósitos.
Esperemos que esto último se trate solamente de una guía para empezar a evitar aquel camino, y no para seguirlo al pie de la letra.
Artículo originalmente publicado en La Gaceta de la Iberosfera, el lunes 26 de abril de 2021.