Salvador Dalí solía decir que “el que quiere interesar a los demás tiene que provocarlos”, que no importa si lo hacen “bien o mal, lo importante es que hablen de ti”.
Para el mundo de la política, y sobre todo el populista promedio, esto funciona muy bien. Si alguna declaración es muy polémica, si tiene o no mucho sentido, o si es temeraria o descabellada, o si es inconsistente y contradictoria, es lo de menos. Lo importante es ocupar cuantas portadas sea posible, ser relevante para los medios de manera permanente, llamar la atención de los medios de comunicación por el motivo que fuere.
Si no fuera porque el gobierno de Arce Catacora es muy débil al no ofrecer un plan claro y concreto para encarar la crisis, las declaraciones incendiarias permanente de alguien como Evo Morales serían totalmente intrascendentes, pues su figura también se encuentra notablemente debilitada desde su caída en 2019, incluso al interior del propio Movimiento al Socialismo (MAS). Pero es necesario prestar atención, porque, de una u otra manera, es el poder detrás del trono.
Morales acaba de acusar también a los embajadores de Brasil y la Unión Europea de haber participado en el supuesto golpe. De manera concreta, ha afirmado en una entrevista con Página 12, de Argentina que “días antes del golpe, hubo reuniones preparatorias. El embajador de Brasil participó del golpe. Estoy seguro de que en cualquier momento va a estallar cómo aportó Brasil al golpe de Estado. El embajador de la Unión Europea también intervino. No puedo creer: Europa participando del golpe de Estado”.
Y además agregó: “Claro, ellos no aceptan que los llamados ‘indios’ podamos garantizar la liberación del pueblo. No aceptan que nuestro modelo económico liberado del neoliberalismo resultó mejor en crecimiento económico y en la reducción de la pobreza. Es un golpe con la participación de la Unión Europea, dirección de Estados Unidos y los peones”.
De igual forma, en una entrevista con la radio oficialista Kawsachun Coca, Evo Morales ha afirmado este domingo mostrando su auténtico rostro autocrático y totalitario: “No habrá reconciliación con fascistas, racistas, salvo que entiendan que nuestra ideología y nuestro programa está bien para Bolivia”.
En la misma línea, el ministro de gobierno de Arce, Eduardo del Castillo, ha anotado en la misma lista de “golpistas” a la Administración Trump acusándola de haber trazado una “hoja de ruta” para el presunto golpe de Estado de finales de 2019.
Asimismo, el Comité Cívico Potosinista (Comcipo) ha denunciado que en la tarde de este lunes se ha iniciado una persecución político judicial por parte del gobierno central contra quienes participaron del supuesto golpe de Estado de finales de 2019, cuando la población de Potosí tomó las calles y expulsó a Morales y García Linera cuando todavía eran las máximas autoridades del país.
Comcipo ha afirmado que la Fiscalía ha citado a 27 maestros por los hechos de 2019, y se declara en emergencia.
Con todo esto, lo que está claro es que Evo Morales se encuentra en una agresiva campaña para volver al poder por medio del voto ciudadano y con un padrón electoral que no ha sido auditado desde el monumental fraude de 2019. Así lo ilustran sus declaraciones y presencia permanente en varios medios de comunicación tanto nacionales como internacionales.
Por un lado, Morales sabe que en Bolivia ahora mismo no existe un líder opositor con proyección nacional, y que lo más probable es que no exista ninguno hasta 2025. En todo caso, a pesar de haberse autodenominado como “cabeza de la oposición”, Carlos Mesa deja mucho que desear.
Por un lado, Morales sabe que en Bolivia ahora mismo no existe un líder opositor con proyección nacional, y que lo más probable es que no exista ninguno hasta 2025. En todo caso, a pesar de haberse autodenominado como “cabeza de la oposición”, Carlos Mesa deja mucho que desear.
De igual manera, Morales también sabe que Mauricio Macri puede lanzar nuevamente su candidatura para las elecciones de 2023 en Argentina, y que necesita del apoyo mutuo con Lula Da Silva que también se prepara para las elecciones de 2022 en Brasil, que al menos hasta el 25 de junio de 2021 dobla en intención de voto a Bolsonaro.
Pero más aún, Morales se siente seguro de afirmar y hacer cuantas acusaciones sean necesarias, porque Willams Kalimán, el comandante en jefe de las FFAA que en 2018 se declaró “soldado del proceso de cambio”, acusado detenido por sedición y terrorismo, y testigo clave del caso de supuesto golpe, ha roto la prisión domiciliaria preventiva y se ha fugado al exterior, lo cual le da vía libre a Morales para poder hacer y decir cuanto quiera y crea conveniente para que se siga hablando de él, para reconstruir su proyecto de acumulación de poder.
Solamente el tiempo dirá si tal vez las decisiones de Arce sobre la economía, cada vez más venida a menos, serán las que provoquen la inestabilidad necesaria en el país para que se convoque un referendo revocatorio en 2023 para definir su continuidad, y dar paso o no a Morales como candidato nuevamente en 2025.
Columna originalmente publicada en La Gaceta de la Iberosfera, el 21 de julio de 2021.