Chile vive ya una larga temporada de crisis cada vez más profunda desde que las manifestaciones de finales de 2019 se convirtieron en terrorismo urbano incendiando la gran mayoría de estaciones del metro de Santiago, y que luego degeneraron en robo, asalto y saqueo de comercio durante semanas, incluso después de que se declarara un estado de sitio.
Todo esto derivó en ceder espacios desde el ámbito político y de gobierno hasta terminar de romper el Estado de Derecho en el país, forzando así un plebiscito para el inicio de una Convención Constituyente que elabore una nueva constitución para los chilenos. Semejante deterioro institucional, con un resultado fácilmente predecible por la misma experiencia vivida en lugares como Venezuela, Ecuador o Bolivia, ha ocasionado una fuga de capitales por $50.000 millones (18% del PIB) en los últimos 24 meses hasta el 31 de octubre.
Los últimos repartos de dividendos de las grandes empresas tienen muy poco o ningún antecedente en la historia chilena reciente. Es decir, cuando una empresa realiza estas operaciones significa que no va a invertir, que no tienen proyectos de largo plazo, y que decide ponerlos a buen recaudo o en manos de los accionistas, sobre todo ante un riesgo político tan grande.
La pésima apuesta de los millonarios chilenos por Boric
Hasta aquí todo bien. Sin embargo, también es sabido que muchos de los grandes millonarios chilenos apostaron por Gabriel Boric pensando que no aguantaría un año de gobierno. Entre ellos están, por ejemplo, Andrónico Luksic y Nicolás Ibáñez. El primero lo apoya abiertamente y el segundo incluso llegó a decir: “mi visión es que tenemos que hacer todo lo posible para que salga Boric”.
Yo no sé quién asesora a los millonarios chilenos, pero la derrota de Boric en la primera vuelta tendría que hacerlos reflexionar: en Bolivia dijeron lo mismo de Morales, y se quedó 14 años; el Movimiento al Socialismo ya va por su décimo sexto año consecutivo en el poder.
También se subestimó al propio Nicolás Maduro en Venezuela, en abril de 2022 cumplirá 9 años consecutivos en el poder.
Parece una broma de mal gusto, pero todavía no se quiere aceptar que los comunistas no salen del poder ni con agua caliente. Apostar por Boric pensando que su gobierno será tan desastroso que terminará por caer en menos de un año para comprar barato inmediatamente después, es un pésimo cálculo, es ingenuo, es miope.
De hecho, con los resultados de la primera vuelta en favor de José Antonio Kast, la Bolsa de Santiago abrió el lunes con un alza del 9,25%. El peso chileno trepó hasta un 3,7%, ubicándose como la divisa emergente con mejor desempeño diario entre las emergentes y la segunda a nivel internacional.
Más aún, los grandes bancos de inversión en Wall Street destacan que la composición del nuevo Congreso limita los riesgos de políticas radicales en el próximo gobierno. Y tienen razón, pues Boric no plantea ajustes o reformas, sino terminar con el modelo actual, empezando por el fin del sistema de AFPs. Boric no es moderado, como ahora pretende mostrarse. Es radical.
Desde luego, no todo está dicho. Boric todavía puede ganar en segunda vuelta, pero ya hay mucha más certidumbre sobre el futuro de Chile que en los últimos dos años. Lo interesante, en todo caso, es que los millonarios como Luksic o Ibáñez pueden darse el lujo de jugar a dos bandas: si gana Kast no habrá pasado nada, pero pierden de vista que Boric y su entorno pueden no irse nunca.
La paradoja de los capitales ocultos del socialismo chileno
A principios de 2021 el portal Primer Informe, editado por Casto Ocando, reveló las cuentas en jurisdicciones offshore de importante personajes de la política chilena, pero sobre todo de los políticos del socialismo chileno, que son, paradójicamente, los primeros en atacar y estigmatizar los paraísos fiscales, pero que son, al mismo tiempo, son los primeros en mal utilizarlos,
Entre estos personajes figuran, por ejemplo, los hijos de Michelle Bachelet o Alejandro Navarro:
- Sebastián Dávalos, hijo de la ex presidente Michelle Bachelet, que nunca ha trabajado en su vida, aparece con 4 cuentas en Israel, Estados Unidos, Suiza e Inglaterra, por $32 millones.
- El ex ministro Heraldo Muñoz, del gobierno de Piñera, aparece con 5 cuentas en Estados Unidos, Inglaterra, Gibraltar y Trinidad y Tobago, con $15 millones.
- El ex ministro de Defensa de Sebasatián Piñera y candidato a la presidencia, Mario Desbordes, quien fue carabinero y luego diputado, tiene cuentas en Hong Kong, Islas Seychelles, Alemania, Vanuatu por $20 millones.
- Alejandro Navarro, senador, considerado el político chileno más “chavista” por su abierto apoyo a la dictadura de Nicolás Maduro, con cuentas en Suiza por $2,1 millones.
Desde luego, lo mínimo que llama la atención es por qué muchos de estos personajes no están siendo investigados de la misma manera que Sebastián Piñera ante el Congreso, a quien incluso se le ha exigido su renuncia si que se le haya demostrado delito alguno.
Guedes explica cuál es la mejor manera de preservar el capital a largo plazo
La mejor manera de afrontar es algo que los chilenos conocen muy bien, y tal vez mejor que nadie en la región debido al modelo que se pretende enterrar, y al desarrollo de su sistema financiero: los vehículos de protección patrimonial internacional, como fideicomisos, family offices, trusts, seguros, etc.
Recurrir a estos mecanismos para proteger el patrimonio personal o familiar es perfectamente legal -siempre que se los declare debidamente antes las autoridades que corresponde-, y debería ser una práctica recurrente no sólo por parte de los millonarios, sino de todo aquel que se lo pueda permitir.
Uno de los mejores y más recientes ejemplos sobre cuál es el espíritu de preservar el capital a largo plazo, de establecer un vehículo legal para hacerlo, además en jurisdicciones con herramientas específicas para esto, es Paulo Guedes, actual ministro de economía de Brasil.
Así como el propio Sebastián Piñera, Guedes fue afectado políticamente a raíz de un nuevo robo de información privada y confidencial que el Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación (ICIJ) decidió ventilar muy irresponsablemente, y que luego se conoció coloquialmente como el escándalo de los Pandora Papers.
Debido a los Pandora Papers, se ha sabido que Paulo Guedes, quien tendría una fortuna aproximada de $150 millones (viene del mundo de la banca privada y la gestión de altos patrimonios), tiene una offshore en Islas Vírgenes, fundada en 2014 con $9,5 millones en activos.
Actualmente Guedes enfrenta una investigación iniciada por el Poder Legislativo por este caso. Sin embargo, Guedes ha explicado perfectamente su caso, lo que es una offshore y el objetivo que tuvo al establecer la suya: “es una herramienta de inversión absolutamente legal y que funciona como un cuchillo, pues se puede utilizar para el mal (matar a alguien) o para el bien (como pelar una naranja)”.
Como se puede ver, una offshore no es ilegal en sí misma, y para que no lo sea debe ser, como se adelantó, debidamente declarada ante las autoridades correspondientes. No obstante, y tal y como explica el propio Guedes, puede ser mal utilizada, aunque tarde o temprano, y hoy más que nunca, es más difícil utilizarla con fines ilícitos.
Pero Guedes la explicación de Guedes ha sido más extensa: “Por razones de sucesión, si se compran acciones de empresas, si se tiene una cuenta a nombre de la persona física, si mueres, el 47% es expropiado por el gobierno estadounidense. Teniendo una cuenta con un particular, todo el trabajo de su vida, en lugar de dejarlo en manos de los herederos, se convierte en un impuesto sobre la herencia. Entonces, lo mejor es utilizar una offshore”.
Y además añadió: “Hice un depósito en el exterior, entre 2014 y 2015, y nunca más tuve intención de traerlo para Brasil. No hubo más depósitos ni remesas a Brasil. Son recursos familiares que están allí. No hay operaciones con empresas brasileñas que coticen en bolsa. Son fondos a largo plazo, recursos transparentes, registrados en el Banco Central, declarados a la Hacienda Federal todos los años”.
En fin, ser millonario no garantiza tener siempre los mejores asesores ni tomar las mejores decisiones, mucho menos si van a llevarte a semejantes contradicciones de ponerte del lado de quienes te atacan. Hacerlo requiere primero de una profunda reflexión sobre cuáles son los objetivos de preservar el capital a largo plazo, de quiénes protegerlo y cómo lograrlo. Incluso implica preguntarse sobre el propósito que uno tiene en la vida. Mientras esto esté presente, todo lo demás tendría que caer en su lugar por defecto.
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