Renuncia la única opositora del Tribunal Electoral de Bolivia mientras la lucha contra Arce se libra en las calles

En un contexto de paro cívico multisectorial por noveno día consecutivo en tres ciudades de Bolivia (Santa Cruz, Chuquisaca y Potosí) contra la Ley N° 1386 de Ganancias Ilícitas, y en el que las universidades públicas se alistan para sumarse por la promulgación de la Ley N° 1407 de Plan de Desarrollo Económico y Social 2021-2025, que termina con las autonomías en el país, Rosario Baptista Canedo renunció al cargo de vocal del Tribunal Supremo Electoral (TSE) el 11 de noviembre. 

Baptista renuncia al cargo con una carta dirigida a David Choquehuanca, presidente de la Asamblea Legislativa Plurinacional (ALP), en la que hace una serie de graves denuncias sobre la falta de garantías para la institucionalidad democrática de Bolivia.

Las denuncias de Baptista

Entre las denuncias que se puede destacar en la carta de renuncia de Rosario Baptista, están: “Más allá de las elecciones de 2019, en el proceso electoral de 2020 se ignoraron los verdaderos resultados y principios obligados de respeto a los derechos humanos, sometiendo a la ciudadanía a la voluntad del partido político, que bajo las condiciones actuales nunca perderá una elección”.  

Igualmente, Baptista añade: “El control total de todos los Órganos del Estado por el partido gobernante ha dejado la organización de elecciones periódicas como único elemento que genera en la gente la ilusión de que vivimos en una democracia, cuyo desmantelamiento ha dejado el voto como único elemento sobreviviente, pero bajo condiciones legales, técnicas e institucionales que lo convierten en algo nominal, ya que la voluntad ciudadana y la soberanía son manipuladas no sólo a través del resultado electoral, sino a través de la información que se brinda a la ciudadanía para perpetuar en el poder al partido gobernante”.

Y finalmente afirma: “Es imposible ejercer mis funciones en un Órgano Electoral que no es independiente ni imparcial. No estoy dispuesta a ser cómplice de todo este sistema, ni a legitimarlo”.

El paupérrimo rol de Carlos Mesa en la crisis de Bolivia

Salvador Romero es un hombre que fue propuesto por el expresidente y dirigente opositor Carlos Mesa para que Jeanine Áñez lo nombrase como presidente del TSE por 10 años, como establece la ley. No obstante, Romero ocupó el cargo solamente entre el 25 de noviembre de 2019 y el 29 de abril de 2021.

Entre los elementos más importantes a destacar del paso de Romero por el TSE está el hecho de que se opuso a la auditoría del padrón electoral, omitió su responsabilidad en la anulación de la sigla del Movimiento al Socialismo (MAS) en dos oportunidades, compró y desechó el sistema de Difusión de Resultados Preliminares (Direpre) para las elecciones de 2020 y 2021; y por si fuera poco, no solo no atendió las denuncias de Baptista sobre irregularidades presentadas en ese entonces, sino que además la sancionó con un proceso disciplinario que la suspendió de su cargo temporalmente, por haber solicitado a la OEA una auditoría al padrón electoral boliviano.

Con todo esto es posible deducir, entonces, que el objetivo de Romero no fue otro más que el de allanar el camino del narcocomunismo del MAS al poder en el país con la anuencia y protección de Mesa.

Por ejemplo, las denuncias de Baptista son las más graves desde la auditoría de la Organización de Estados Americanos (OEA) en 2019, pero Mesa no ha tenido el menor reparo en reprochar a Baptista por haberle “regalado el control del Órgano Electoral al Movimiento al Socialismo (MAS)”. 

Lo primero a destacar del mensaje de Mesa es que no dijo lo mismo de Salvador Romero cuando éste renunció, y luego, que lo mínimo que se esperaba de su mensaje, antes que nada, era exigir y velar por la seguridad de Baptista (dado que tenía que ausentarse del país luego de poner su cargo a disposición, ante el acoso que sufría de manera permanente por parte del oficialismo).

Igualmente, el reproche de Mesa contra Baptista podría ser aplicado contra sí mismo, debido a que, cuando en 2004 renunció nada menos que tres veces a la presidencia (ante la presión que sufría en las calles por parte de los cocaleros de Morales y el MAS), allanó el camino para que estos se hicieran del poder. Más aún cuando firmó un decreto de amnistía en su favor por el derrocamiento de Sánchez de Lozada en 2003.

No obstante, lo importante de lo que Mesa ha preferido destacar, es que está perdido respecto de su misión en el Parlamento -o es abiertamente funcional al partido de gobierno- y que, por tanto, de “líder de oposición” -como él mismo se autocalifica desde los resultados de las últimas elecciones- tiene poco. Lo relevante es que lanzó su candidatura a la presidencia con el padrón electoral amañado por el MAS dos veces, tanto en 2019 como en 2020. 

¿Por qué Mesa no pone énfasis en esta denuncia, que, por cierto, no es nueva tampoco? ¿Por qué no exige a sus parlamentarios que exijan o inicien por sí mismos una investigación sobre la serie de denuncias de Baptista, que incluyen a Romero?

Si acaso no le ha quedado claro a Mesa: Baptista ha renunciado porque se ha visto sola trabajando en la preservación de la institucionalidad democrática en el país, siendo que lo que corresponde es una investigación de oficio en la ALP a iniciativa de la oposición.

No contento con esto, Mesa decide lanzar un salvavidas al MAS, que ha sido derrotado por la sociedad civil organizada en 9 días de huelgas hasta provocar un proceso de abrogación de la mentada Ley N° 1386. El expresidente ha convocado a un diálogo, y además propone a los izquierdistas “abrir un escenario de discusión respecto al paquete de leyes”.

Si el país se encuentra nuevamente en protesta pacífica en las calles, no es simplemente porque el conjunto de la oposición en el Parlamento no cuenta con dos tercios para tratar determinados temas, sino porque nunca fueron interlocutores de la causa democrática del país, y mucho menos de su causa de libertad.

No entienden en absoluto las funciones de su cargo ni el rol opositor que deben cumplir. Al punto en que si se les pregunta por la Ley N° 1386, se quedan en blanco sin saber qué decir.

Los desafíos que vive Bolivia ahora mismo son grandes: se encuentra enfrentando si toma el camino del comunismo al estilo de Cuba, Venezuela y Nicaragua, o el de la libertad. Pero poco se puede esperar si no es por la sólida convicción e iniciativa de la sociedad civil organizada en las calles, de la misma manera que esta tomó cuerpo a finales de 2019.

Columna originalmente publicada en La Gaceta de la Iberosfera, el miércoles 17 de noviembre de 2021.

Nota relacionada: Renuncia el presidente del Tribunal Electoral de Bolivia que allanó el regreso del narcocomunismo.