Algo interesante está sucediendo con América Latina, y no sólo en el contexto de la guerra, sino en el nuevo gran ciclo de materias primas.
Contrariamente a lo que algunos malos economistas dijeron, que América Latina se vería beneficiada de la crisis de la pandemia y las cuarentenas, debido a que los grandes capitales globales encontrarían refugio aquí de la misma manera en que lo hicieron en el contexto de la Gran Recesión, hoy en día, efectivamente, los capilares están llegando a la región, pero esta vez de manera muy selectiva.
Las economías emergentes en general han estado mostrando serios problemas de recalentamiento de sus economías. Prueba de ello empieza por China, que tiene sus propios problemas en el sector inmobiliario, nada menos, que tanto estimuló durante tanto tiempo. Solamente acordémonos de la crisis de Evergrande, que todavía no ha sido solventada.
Pero tampoco todas las economías emergentes tienen problemas ahora mismo. El conjunto de América Latina tampoco ha sido beneficiada por el contexto, sino -insisto- solamente algunos países especialmente seleccionados. América Latina es atractiva por la cotización de materias primas al alza y porque está alejada del mayor conflicto ahora mismo, que se ubica en Ucrania. El país más interesante ahora mismo es nada menos que Brasil.
Brasil: ¿la recuperación evitaría el retorno de Lula?
Brasil estuvo rondando la recesión alrededor del último trimestre de 2021, por efecto de la inflación y las sequías, pero ha salido de ella tan pronto como a finales de febrero y principios de marzo, con lo que ahora mismo está viviendo un leve respiro. Si no me equivoco, el crecimiento en el último trimestre de 2021 fue del 0,5%. En general, Brasil cerró 2021 con un crecimiento del 4,6% del PIB.
A pesar de que el Banco Central ha incrementado la tasa de referencia para controlar la inflación por encima del 10%, todavía no logra controlarla del todo, pero va camino a ello. Bolsonaro -algo que no me ha gustado nada de la política económica en el mundo durante la pandemia- ha continuado las transferencias de dinero a los más pobres, a la vez que ha incrementado el salario mínimo. Esta son algunas de las principales causas de la inflación en Brasil.
Resulta que el agresivo incremento de tasas de interés para contener la inflación de dos dígitos en Brasil se ha traducido en que el real brasileño se ha convertido en la moneda con mejor desempeño en el mundo, las altas tasas están impulsando el mejor carry trade del mundo (es decir, lo que ganan los inversores prestándose en dólares e invirtiendo en reales o en moneda local, invirtiendo en notas locales). Los que han invertido de esta manera desde finales de diciembre han logrado hasta ahora un 24% de rentabilidad.
La recuperación de la economía de Brasil está cobrando mucha fuerza. Solamente este año, luego de que llegara a caer hasta un 40% en los últimos 5 años, el real ha subido un 21%. Solamente Rusia había subido tanto las tasas de interés.
El problema de Brasil ahora mismo es que este es un año de elecciones generales, y Lula Da Silva tiene una intención de voto del 42% llevando a Geraldo Alckmin como candidato a vicepresidente para mostrarse como moderado.
¿Podrá Chile evitar la caída en el abismo?
Gabriel Boric es el presidente peor evaluado en sus primeras semanas de gobierno, de acuerdo con encuesta de Cadem. Para el 18 de marzo (a una semana de ejercicio), Boric contaba con un 50% de aprobación y 20% de desaprobación. El 25 de marzo registró igualmente 50% de aprobación, pero el rechazo a su figura aumentó 10 puntos más, es decir, alcanzó 30% de desaprobación. Y en el último estudio, del 1 de abril, solamente un 45% de los encuestados aprobó al presidente chileno (-5 puntos), mientras que un 35% desaprueba su gestión (+5 puntos). Es decir, con estos datos, la desaprobación ciudadana de Boric ha registrado un alza de 15 puntos en solo dos semanas, pero con datos más recientes, la aprobación de Boric ha caído 21 puntos en un mes.
Por otro lado, Chile tiene hasta principios de julio para presentar el primer borrador de la nueva Constitución, y acaban de definir el 4 de septiembre como la fecha para el plebiscito que aprobaría o rechazaría este nuevo documento, y al menos por ahora, de acuerdo a las últimas encuestas, un 53% de los chilenos acudiría a las urnas para rechazar la nueva Constitución forzada por la extrema izquierda.
Pasa que, entre las locuras de lo que sería un nuevo Chile Plurinacional al más puro estilo boliviano con la nueva Constitución, están el desarme del Poder Judicial, destituye a senadores y diputados recién elegidos, consagra la desigualdad ante la ley, precariza o anula los derechos de propiedad, introduce controles a la libertad de expresión, entre varias otras perlas.
Parece ser pues que, como dijo Daniela Carrasco en una columna reciente para La Gaceta de la Iberosfera, un Chile plurinacional, con enfoque de género, indigenista y ecologista parece que no le hace sentido a los chilenos.
Pero lo que más preocupa en materia económica y con una perspectiva de corto plazo, es la destrucción de la piedra angular de lo que se ha conocido como el modelo chileno de las últimas 3 o 4 décadas: el sistema de capitalización individual y las administradoras de fondos de pensiones está sufriendo al desafío de un quinto retiro anticipado de aportes, la estocada final.
Colombia, cada vez más cerca de las garras de la extrema izquierda
Luego de que la economía cayó más de un 7% del PIB, inició la recuperación en 2021 creciendo un 10,6%. Y para 2022 se espera que la economía supere las expectativas iniciales de un 4%, creciendo al 5,5%.
Esto suena bien, pero Carmen Reinhart, reconocida economista, hoy vicepresidenta y economista jefe del Banco Mundial, ha ubicado a Colombia dentro del grupo de países con mayores riesgos de caer en estanflación.
Quienes se muestran un poco escépticos con estas estimaciones de Reinhart, tienen razón al apuntar que entre los principales problemas de Duque con la economía era el déficit fiscal, por eso la chapuza del incremento de impuestos, pero con el gran repunte de las materias primas y en especial del petróleo, Colombia se está viendo beneficiada captando mayores ingresos. De ahí el respiro y mejores proyecciones hacia finales de año.
Pero eso no es todo. Hay un serio problema en Colombia. Iván Duque realmente se equivocó. La extrema izquierda sabía que lo haría y aprovechó a la primera de cambio como el incremento de impuestos, para tratar de derrocarlo, así como trataron de derrocar a Piñera a finales de 2019, por ejemplo.
Colombia se va a enfrentar a elecciones generales este próximo 29 de mayo. Por ahora, el candidato del Socialismo del Siglo XXI, asesor de Hugo Chávez, amigo de Nicolás Maduro y Evo Morales, de la dictadura cubana, amigo de los guerrilleros de las FARC, ex guerrillero del M-19, Gustavo Petro, sigue a la cabeza de las encuestas con el 32% de la intención de voto para las elecciones del próximo 29 de mayo. Federico “Fico” Gutiérrez alcanza el 23%, con un 13% de indecisos.
Lo primero que ha dicho Gustavo Petro es que va a expropiar los ahorros individuales de los colombianos, y por si eso no fuera suficiente, ha dicho que aquello que se propone para Colombia no será posible con un solo mandato, que pretende quedarse más tiempo, que sin siquiera haber sido elegido para un primer mandato ya busca el segundo, y hasta el tercero.
Perú, ¿cómo se sostiene aún Castillo?
Es verdaderamente difícil explicar cómo Pedro Castillo todavía se sostiene en el gobierno. Perú se encuentra en un nuevo período de profunda crisis, inestabilidad, incertidumbre. Pedro Castillo está a punto de caer en estos días, de acuerdo a su propio primer ministro, Aníbal Torres.
De manera reciente, en Perú han habido protestas, huelgas, bloqueos de carreteras, piquetes desde hace varios días. Hay turbas que han llegado hasta Lima y otro tanto de protestantes de la misma ciudad de Lima que están convulsionando la ciudad.
Este martes a Pedro Castillo se le ocurrió imponer un toque de queda sorpresa, pero la gente ha hecho todo lo contrario, ha salido a protestar contra la medida. Antes, Castillo estuvo ignorando el paro indefinido de los camioneros, al que luego se sumaron los agricultores y ganaderos. Y todavía se espera que más sectores se sumen a este tipo de medidas, con una serie de demandas inmanejables.
De esta manera, luego de que Perú ha tenido cinco presidentes y tres congresos en cinco años, Con solamente 9 meses de gobierno, Pedro Castillo ha tenido 46 ministros, 4 gabinetes, 4 primeros ministros, 3 ministros de relaciones exteriores, 2 ministros de finanzas y 3 ministros de justicia.
A estas alturas, Castillo ha logrado unir a todas las fuerzas políticas del país en su contra. Hace unas semanas pidió al Legislativo que le abrieran las puertas para ofrecer un discurso en el que se suponía que debía presentar su renuncia, pero, aparentemente, se echó para atrás inmediatamente antes.
El crack en Bolivia sigue siendo sólo cuestión de tiempo
Bolivia es el caso exactamente opuesto al de Brasil. Bolivia no es capaz de conseguir financiamiento ni siquiera en un contexto que debería serle favorable. Bolivia no sólo no es capaz de atraer un solo centavo de inversión privada internacional, sino que sigue espantando el poco capital que todavía queda en el país. La última empresa que se ha ido es Pluspetrol, que ha preferido concentrar sus esfuerzos en Vaca Muerta.
Pero ¿cómo afecta todo el escenario internacional comentado anteriormente, de guerra, estanflación, inflación, incremento de tasas de la Reserva Federal, a la economía de Bolivia?
El incremento de tasas de la Fed se traduce en todavía mayores dificultades para conseguir financiamiento para el gobierno y así apuntalar las reservas del BCB. La primera subida de tasas no se ha traducido en nada, porque el incremento ha sido mínimo, pero la seguidilla de aproximadamente 6 incrementos hasta fin de año, se traduce en mayor presión sobre el tipo de cambio y, por tanto, mayor presión sobre el BCB para incurrir en la devaluación cambiaria.
Esto lo he dicho ya varias veces, o al menos he hablado del gran peligro que esto implica, pero vamos, que ya hemos dicho varias veces que el gobierno ya devalúa la moneda nacional en el mercado secundario, de la misma manera en que lo hacen los principales bancos centrales alrededor del mundo, pero que solamente sirve para comprar el tiempo que de todas maneras siguen derrochando sin aplicar ajustes y reformas, cosa que por supuesto no sucederá pronto ni voluntariamente.
Lo que hacen hoy para conseguir financiamiento de corto plazo es una mala imitación de la operativa del Quantitative Easing que crea dinero en su agregado M2, para ser específico, para comprar activos financieros y tratar de mantener los mercados a flote desde 2009. La diferencia es que en Bolivia esto va a salir mal y mucho peor, mucho antes que en los países más capitalizados. Y por cierto, esto se hace desde 2020, para tomar nota: busquen los anuncios de políticas “no convencionales” del BCB en el primer semestre.
A esto se le agrega el hecho de que el país no haya logrado colocar bonos exitosamente en los mercados internacionales en este primer semestre… Este fracaso fue inmediatamente anterior a la guerra, pero la guerra fue la penosísima explicación del fracaso, aunque primero dijeron que se había tenido éxito en la colocación: el país logró colocar solamente $850 millones de los $2.000 que ofrecieron, los colocaron al 7,5% a 8 años, y además no los compraron grandes inversores internacionales, sino solamente capitales nacionales como las AFPs, algunos bancos y aseguradoras. De esta manera las reservas del BCB subieron apenas $133 millones. Una maravilla de la ingeniería financiera estatal. A ver qué muela tapan con eso.
A todo esto, el último dato relevante ha sido que el Banco Mundial ha proyectado un crecimiento todavía optimista del 3,9% en 2022, que dista mucho de las proyecciones del propio gobierno de Arce, que habla de un 5,1% del PIB. ¿Por qué tanta diferencia entre ambas proyecciones? ¿Qué saben tanto el BM como el régimen de Arce sobre la economía que no sabe el comín de los mortales? Aquí hay felino en cautiverio.
Balance económico al primer trimestre 2022: inflación y guerra – Parte I