Las noticias sobre la descomposición ética y moral en todo ámbito están distrayendo la atención de los problemas por los que Luis Arce Catacora presumía hasta hace solamente un par de años: la economía hace aguas en todos los frentes.
Temprano por la mañana de este jueves se tuvo conocimiento de un anteproyecto de ley que pretende imponer descuentos de entre 0,3% y 3% a quienes perciban ingresos a partir de Bs. 2.164 (€303,6) para financiar parte del pago de la Renta Dignidad.
Esto sucede tan solo dos semanas después de que se impusiera un incremento del 4% al salario mínimo por el Día del Trabajador. Es decir, están a punto de restar lo que acaban de incrementar, pero, además, el contribuyente boliviano aporta para los subsidios de los que viven las estatales deficitarias o en quiebra que financian otra parte de la Renta Dignidad.
Así es, este mismo gobierno, el de Arce y el Movimiento al Socialismo (MAS), reconoció en cuanto asumió funciones a finales de 2020 que al menos 85% de las empresas estatales se encuentran en déficit, cuando no en bancarrota. Y son estas empresas las que explican la mayor parte del abultado déficit fiscal del 8,5% que se proyecta para 2022.
Peor todavía, también sucede cuando el país empieza a ser testigo de la improvisación por encontrar fuentes alternativas de financiamiento, ya sea por medio de la colocación de bonos soberanos en los mercados de capitales internacionales o generando ingresos por medio de un cambio de fuentes de ingresos distintas a la del gas.
Se ha intentado generar ingresos por medio de nuevas exploraciones de reservas de gas que hasta el momento solamente han fracasado, y que, aunque las encontraran, su desarrollo tardaría demasiado tiempo. También intentaron exportar energía eléctrica, y también trataron de generar ingresos por medio de la explotación del litio del Salar de Uyuni. Los tres proyectos de los que se tiene conocimiento solamente han reportado fracasos.
Ahora bien, para que se entienda el problema de mejor manera y en su auténtica dimensión, la Renta Dignidad es un bono de vejez que nació con el nombre de Bono Solidario o Bonosol, durante la “malvada” era neoliberal de los años 90, y su fuente de financiamiento era la rentabilidad de las empresas estatales que fueron capitalizadas o que estaban sufriendo una privatización gradual, fundamentalmente de Yacimientos Petrolíferos Fiscales Bolivianos (YPFB).
Hoy en día, y luego de la nacionalización del gas el primer día de mayo de 2006, la Renta Dignidad se financia con el 30% del Impuesto Directo a los Hidrocarburos (IDH), de las gobernaciones (antes prefecturas), municipios, Fondo Indígena y Tesoro General del Estado. Sin embargo, debido a los problemas cada vez más serios por los que la economía del país atraviesa, y sobre todo el sector de hidrocarburos, el financiamiento de este bono empieza, aparentemente, a peligrar.
En otras palabras, el hecho de que el régimen de Arce se encuentre en busca de fuentes alternativas para el financiamiento de la Renta Dignidad revela el fracaso absoluto de la nacionalización del gas, pero sobre todo del Modelo Económico Social Comunitario Productivo Boliviano (MESCPB) en pleno segundo gran auge de las materias primas.
Muchos detractores advirtieron el hecho de que el MESCPB dependiera de la exorbitante cotización de las materias primas entre 2003 y 2014. Sin embargo, también estuvieron equivocados: el modelo de Arce no se sostiene ni siquiera con el precio del petróleo WTI nuevamente en $140, o al menos alrededor de los $100, como desde hace ya meses, simplemente porque la voracidad fiscal del MAS es incalculablemente superior. Es más, a medida que el precio del petróleo y el gas se incrementa, en La Paz se ponen muy nerviosos por todo el creciente gasto que representan los subsidios.
En definitiva, es a este nivel que las cosas se están descomponiendo bajo el régimen de Arce Catacora y el Movimiento al Socialismo en Bolivia, y todavía más en lo económico, aquello por lo que al hoy primer mandatario se consideraba como el ministro estrella de Evo Morales.
Columna originalmente publicada en La Gaceta de la Iberosfera, el 13 de marzo de 2022.
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