Bolivia está atravesando por una curiosa etapa en su profunda crisis que, aunque tiene varias aristas, es innegable si apenas se escarba un poco entre los titulares que elogian su supuesta estabilidad macroeconómica, que, por cierto, se sostiene con alfileres.
Como una más de las ilustraciones del desmoronamiento de todo el proyecto que ha implicado haber llevado a Evo Morales al poder en 2006, está la sucesión de organizaciones aliadas con el Movimiento al Socialismo (MAS), mejor identificadas como “movimientos sociales”, que han ido abandonando no sólo al propio Morales a finales de 2019, luego de cometer un fraude monumental y de además haber huido hacia México dejando solas a estas organizaciones peleando por él, sino también al “proceso de cambio”.
Aunque luego decidieron ratificar su apoyo al MAS y el régimen de Arce, entre las organizaciones que abandonaron el proceso de cambio estuvieron la Central Obrera Boliviana (COB), e incluso las Fuerzas Armadas, que llegaron a sustituir el lema de “subordinación y constancia” por el de “patria o muerte, venceremos”, 40 años después de haber vencido en combate al Che Guevara, que es quien utilizaba aquella consigna infame. Incluso los cocaleros del Chapare recibieron con sillazos a Morales luego de su autoexilio, pero entre ellas también estuvieron los Ponchos Rojos, quienes han vuelto a ser noticia en esta semana por el mismo tema.
Los Ponchos Rojos son un grupo indígena originario de la región andina de la provincia de Omasuyos, La Paz. Se caracterizan por ser un grupo armado y violento. Nunca fueron muy conocidos, sino hasta que, por ejemplo, Álvaro García Linera, ex vicepresidente de Morales, hizo un llamado a las armas para defender la nacionalización de los hidrocarburos y su gobierno en una reunión 2006, momento en el que además sostuvo: “No me he olvidado, aquí he aprendido a meter la mano a la tierra, a cocinar, a caminar kilómetros de kilómetros, a batallar, amar, he aprendido a matar por la defensa de la patria».
De manera reciente, los Ponchos Rojos manifestaron su apoyo a Arce y resguardaron su posesión de Arce Catacora en 2020, pero también por haber establecido alianzas productivas con la Cámara Agropecuaria de Oriente (CAO), institución de la que difícilmente se hubiera pensado alguna vez que tendría semejante iniciativa.
Desde luego, dicho acuerdo con la CAO no superó lo anecdótico, pero refleja perfectamente el pragmatismo y especial apego al mercantilismo con el que realmente se desenvuelven en el espectro político; pues siempre recibieron “regalos” de Morales en su beneficio.
Por ejemplo, durante el tiempo que Arce lleva de presidente, los Ponchos Rojos recibieron de Arce vehículos de la Dirección General de Control y Administración de Bienes Incautados (Dircabi) como “regalo” por su aniversario, así como otras organizaciones sociales afines recibieron computadoras, vehículos y edificios como sede en su momento. Por tanto, no ha sido extraño que hayan decidido ratificar su apoyo de manera recurrente.
Sin embargo, y de manera sintomática, esta semana Ruddy Condori Poma, dirigente de los Ponchos Rojos, sostuvo en Radio Yocarhuaya: “En la provincia Omasuyos estamos en estado de emergencia. Vamos a definir, si el Gobierno no nos da proyectos de inversión grandes, millonarios, vamos a dejar de respaldar al Gobierno. Si no nos dan esos proyectos, nosotros vamos a cortar el apoyo al Gobierno, porque no podemos ser escalera, ya no más, de los partidos políticos”.
Además agregó: “Nosotros hemos dicho, como provincia Omasuyos, 14 años hemos respaldado el Proceso de Cambio, pero ¿qué hemos tenido? Nada. Hace dos años le hemos apoyado, hermanos, al presidente Arce. El año pasado nosotros hemos salido en marcha respaldando a Arce. Los ejecutivos llevan dos años de gestión, pero ¿qué tenemos?”
Condori finalmente remató censurando la entrega de vehículos de Dircabi hace un año, y dijo que con ese “regalo” los quieren convencer, pero que ni siquiera se los entregaron por falta de documentación.
Al día siguiente de tales declaraciones, dirigentes de los Ponchos Rojos -que ATB, medio de comunicación afín al MAS y el régimen de Arce, no identificó– se pronunciaron en Plaza Murillo para desmentirlas (gesto que fue agradecido rápidamente por el primer mandatario).
Parece ser, pues, que los Ponchos Rojos no son un grupo monolítico motivado por ninguna causa de reivindicación indígena realmente, como suelen afirmar, sino que se encuentran divididos ante la falta de recursos de la que sufre el régimen de Arce, que aparentemente necesita de cada vez más crédito público externo “para apoyo presupuestario”. De hecho ya recibió uno de ellos en octubre de 2019 por $100 millones, otro en marzo de este año por $35 millones y el último por otros $400 millones hace apenas un par de meses atrás.
En definitiva, a Arce Catacora se le desmorona ya no sólo su modelo económico, sino además su esquema de respaldos a través de “organizaciones sociales”. Aquél con el que alimentó a “las bases” del MAS y ayudaron a sostener a Morales en el poder mientras duraron los recursos del primer gran auge de materias primas. Pero ahora la historia parece ser radicalmente distinta.
Columna originalmente publicada en La Gaceta de la Iberosfera, el 19 de agosto de 2022.
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