Durante las últimas semanas la gente en Bolivia se ha estado preguntando si el milagro económico del que el Movimiento al Socialismo (MAS) ha presumido durante años es tal, al igual que si el supuesto desastre que habría provocado la ex presidente Jeanine Áñez es tal, y, finalmente, si la recuperación económica de la Luis Arce Catacora alardea también es tal.
Sucede que, entre otros aspectos relativos, Bolivia acaba de reportar superávit comercial con datos al mes de julio de este año. Desde luego, este hecho tiene su causa fundamental en el repunte extraordinario de la cotización internacional de materias primas, donde la invasión de Rusia sobre Ucrania es solamente un factor de los muchos que han contribuido en tal incremento de precios, y no por mérito propio.
Al mismo tiempo, la pregunta que se hacen sobre todo los analistas de coyuntura pendientes del cuadro macroeconómico, es por qué no se observa un incremento en las reservas internacionales netas del Banco Central de Bolivia (BCB) guardando armonía con ese superávit comercial. Pues las reservas no sólo no se han recuperado, sino que además continúan su caída: las reservas en divisas, que constituyen el componente líquido y más importante de las reservas, son apenas $1.179 millones al 12 de agosto, que no cubren ni dos meses de importaciones.
De manera reciente, el diputado y jefe de bancada de Comunidad Ciudadana, Carlos Alarcón, alertó sobre un proyecto de ley que busca liquidar parte de las reservas en oro físico del BCB. Más allá de que se equivoca al apuntar que se trata del “ahorro más importante de los bolivianos, de las generaciones pasadas, presentes y futuras”, puesto que son en realidad parte del respaldo de la emisión de billetes y monedas, depósitos, etc. de los que es responsable el ente emisor; hace bien en apuntar un grave problema con el manejo de las cuentas nacionales, y que se pretende eximir al Legislativo de su fiscalización.
El asunto más importante a discutir aquí es el motivo por el que se ven forzados a liquidar las reservas en oro físico que conforman parte de las reservas netas del BCB. Lo hacen porque no tienen la capacidad de encontrar fuentes alternativas de financiamiento -de dólares estadounidenses- más que las de la deuda externa: la capacidad de producción de Yacimientos Petrolíferos Fiscales Bolivianos (YPFB) es cada vez menor, lo cual recae en una capacidad de exportar gas igualmente menor, y la necesidad de importar hidrocarburos para satisfacer la demanda interna -híper estimulada- es cada vez mayor. Siendo un país otrora hidrocarburífero, el panorama es desolador.
Para peor, las políticas de improvisación para encarar la crisis que se observan al menos desde que Arce alcanzó la silla de la Presidencia, y han llegado también a la política monetaria y las decisiones sobre las reservas del BCB: efectivamente, las reservas internacionales de cualquier ente emisor son justamente para responder fundamentalmente a eventualidades como, por ejemplo, la necesidad de defender el valor nominal de la moneda nacional ante salidas abruptas de capitales, y más aún las reservas denominadas en oro físico, que, en el caso de Bolivia representan alrededor del 50% de las reservas netas.
En todo caso, el problema es más fácil de entender explicando el principal motivo por el que caen las reservas a pesar del superávit comercial: porque la política de gasto a manos llenas del régimen de Arce para estimular la demanda agregada interna -utilizada por el MAS tanto en etapas de auge como de recesión- ha terminado siendo superior a la capacidad de generar riqueza en el país. El gasto público termina siendo mayor que la capacidad de exportar que tiene ya no sólo YPFB, sino el conjunto de la economía del país. El Estado gasta más de lo que recauda, y por eso se proyecta que el déficit fiscal siga acumulándose por noveno año consecutivo, que sea el más elevado antes de la pandemia, y se mantenga entre el 8,5% y 9% hasta finales de 2022.
Lo peor de todo es que la política de estímulo de la demanda interna y de sustitución de exportaciones por medio del incremento del gasto público, sigue deteriorando el cuadro macroeconómico del país, lejos de mejorarlo de acuerdo a lo que dicen no sólo el régimen de Arce, sino además la gran generalidad de libros de texto de economía típicamente keynesiana que se suele aplicar en la región al menos desde los años 70, esos que se centran en los planteamientos de Raúl Prebisch y la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal).
Entonces, en definitiva, la gran pregunta a realizar sobre los más grandes riesgos de corto plazo sobre la capacidad que el régimen de Arce Catacora tiene para recuperar reservas y evitar que incurra en una devaluación cambiaria que provocaría serios problemas en el sistema bancario y financiero, a la vez que de inflación, es: ¿Qué es lo que planea hacer para sostener las reservas internacionales, una vez que los recursos obtenidos por la liquidación del oro físico se termine por el gasto público excesivo antes que por falta de ingresos?
Columna originalmente publicada en La Gaceta de la Iberosfera, el 2 de septiembre de 2022.