Chile inicia el último trimestre de 2022 con Gabriel Boric y sus socios en el Partido Comunista y demás en la lona, justo cuando se cumplen tres años del “estallido social” de 2019, pero también su economía y sus perspectivas de largo plazo.
Boric continúa hacia adelante como si no hubiera habido un plebiscito en el que no sólo se votó abrumadoramente en contra del proyecto de nueva Constitución o apenas su texto muerto, sino sobre su propio gobierno y todo su proyecto político.
En el plebiscito de salida votaron más personas que en el plebiscito de entrada, sumados los del Apruebo y el Rechazo, y por el Rechazo votaron más que por todos los miembros de la Convención, por el Rechazo votaron más que por todos los candidatos de la primera vuelta de las elecciones generales, y por el Rechazo votaron incluso más que por Boric y José Antonio Kast sumados en la segunda vuelta. Boric y el Apruebo recibieron un 38,11% del apoyo de los electores, pero todavía habla de una inmensa mayoría con demandas aún pendientes.
De esta forma, Boric cuenta con el nivel de aprobación más bajo en tan solo siete meses de gobierno, de acuerdo con la encuesta de Plaza Pública Cadem hasta la segunda semana de octubre: 27% lo aprueba, 65% lo desaprueba.
Igualmente, la brecha de aprobación en el mismo período con Michelle Bachelet y Sebastián Piñera (que tampoco lo hicieron ejemplarmente en su momento) es creciente.
Desde luego, los datos están directamente vinculados al fracaso de la Convención Constituyente. No obstante, Boric y sus socios comunistas todavía no reflexionan ni son críticos con su propio desempeño, siguen sin aceptar su bochornosa derrota y pretenden huir hacia adelante con la reforma tributaria, la pensional y la sanitaria (que incluye el aborto).
Por ejemplo, la reforma tributaria liderada por Mario Marcel, titular de Hacienda, incluye aplicar, en palabras de Klaus Schmidt-Hebbel, “un inédito y trasnochado impuesto a la riqueza de las personas“, siendo que de los 14 países de la OCDE que llegaron a tener este impuesto, hoy sólo lo mantienen 3.
Igualmente, tal reforma pretende incrementar “impuestos a niveles extremos” que “implicarían grandes desincentivos al ahorro y a la inversión, al emprendimiento y al empleo, debilitando seriamente las bases del crecimiento futuro y de la propia recaudación tributaria”, de acuerdo con el mismo Schmidt-Hebbel, motivos, entre varios otros, por los que llama al Legislativo rechazar el proyecto.
Por si fuera poco, José de Gregorio, ex presidente del Banco Central y ex ministro, ha dicho sobre la reforma del sistema de pensiones: “Chile lleva seis años tratando de hacer una reforma previsional y no hemos sido capaces de hacer nada. Lo único que sabemos hacer es dar subsidios. Hay que sacarse los sesgos ideológicos”.
Estos son pues algunos de los principales motivos por los que Chile se está hundiendo bajo el gobierno de Boric. De hecho, a pesar de que la inflación medida por el IPC ha cedido terreno por primera vez desde febrero de 2021, sigue siendo de dos dígitos y la mayor de la región luego de Argentina y Venezuela.
En este sentido, de acuerdo con las proyecciones del Fondo Monetario Internacional (FMI) a octubre, Chile será la única economía del hemisferio occidental que entre en recesión en 2023, lo cual ya es bastante decir del país al que toda la región solía admirar y que de una u otra manera buscaba emular.
Afortunadamente Boric perdió el plebiscito de la nueva Constitución, que representaba sin duda la mayor preocupación, pero hasta el momento todo su proyecto político le ha costado a Chile que a mediados de septiembre Moody’s le haya rebajado la calificación de riesgo a A2 desde A1.
Por supuesto que las políticas aplicadas contra la pandemia del Covid-19 han influido en esto de manera muy importante, pero Gabriel Boric y sus aliados están contribuyendo con todo esfuerzo posible para que Chile se mantenga en la peor posición del Índice de Libertad Económica 2022 del Fraser Institute a la que ha caído desde que se empezó a publicar el ránking en 1996, a la vez que registra su calificación más baja desde 1985, perdiendo el liderazgo en América Latina por primera vez desde 2003.
Boric persiste en alcanzar el objetivo de hacer de Chile un Estado Plurinacional. En la última Asamblea General de Naciones Unidas dijo que que Chile es uno de los países más desiguales del mundo, cuando en realidad su Gini es 46,6, prácticamente igual que el de Bolivia (44) y el de Venezuela (46,9). Pero además omite un elemento fundamental para hacer tales comparaciones: la renta per cápita de Chile supera 3,3 veces a la de Bolivia y 2,4 a la de Venezuela. Tal vez por eso ningún chileno se fue a vivir y disfrutar de las mieles del socialismo que Boric pregona desde que fue impuesto en estos países.
Gabriel Boric tiene que asumir la realidad de su humillante derrota y empezar a gobernar y hacerse cargo de los desafíos de la estanflación que asoma, caso contrario terminará haciendo de Chile apenas un país latinoamericano más como en el pasado no muy lejano.
En Chile gana el sentido común y la extrema izquierda es derrotada
La derrota de la extrema izquierda y la nueva Constitución en Chile
Chile: Comienza la era Boric (con la permisividad de Piñera)
Chile asiste al plebiscito constitucional con un deteriorado cuadro de estanflación
#57 Chile: ¿Retorno a lo peor del comunismo desde Allende?
Cómo los millonarios chilenos están encarando hoy el riesgo político
Bolivia, Chile, Colombia… así avanza la ‘brisa bolivariana’ en Iberoamérica
La extrema izquierda pretende convertir a Chile en la nueva Bolivia de la región