Luis Arce Catacora ha vuelto a aparecer en los medios de comunicación luego de varios meses. No suele hacerlo, y cuando reaparece solamente habla de lo que quiere. Esta vez ha acudido a un canal privado de televisión, Cadena A, para ofrecer una entrevista con Jorge Tejerina.
La espera por un pronunciamiento de Arce sobre la aguda crisis que atraviesa el país, que se caracteriza primero por la escasez de combustibles y luego por la escasez de dólares y las corridas bancarias parciales, ha sido larga. El público viene peregrinando en busca de dólares desde hace al menos un par de meses, y ya no solo en los bancos comerciales, sino incluso en las puertas del Banco Central en La Paz, que ha decidido convertirse en librecambista ofreciendo el billete verde de manera directa en una de sus ventanillas, provocando que se formen filas de varias cuadras.
Pues, luego de ya casi 30 meses de gobierno, Arce ha decidido conceder una entrevista, a diferencia de Morales y García Linera, cuyo estilo era más el de convocar frecuentemente a la prensa para recibir cuantas preguntas fueren necesarias, aunque -en esto sí se parecen- sobre los temas que creían que resultaban más convenientes para su imagen y narrativa.
La expectativa que se había generado en el público ante el anuncio de que esto sucedería este martes sobre las 22:00, no era pequeña, pero la decepción fue proporcional en cuanto luego de alrededor de 90 minutos, no hubo explicaciones ni anuncios concretos. Lo que en realidad hizo Arce fue seguir con el mismo relato machacón del supuesto golpe de Estado de Áñez, la pandemia, la guerra de Ucrania, el paro cívico cruceño de 36 días de finales de 2022 y la eternamente prometida industrialización del litio. Fue una escena verdaderamente pobre. Tal vez por eso se resiste a las cámaras y el periodismo independiente.
Como sea, Arce tuvo la oportunidad de ofrecer confianza en su gobierno, la institucionalidad democrática, el sector bancario y financiero y la moneda nacional, pero hizo lo contrario. El objetivo del economista fue, una vez más, restar importancia a la crisis, que se extiende con el pasar de los días.
De hecho, como evidencia fiel de la seriedad del problema, los bonos soberanos de Bolivia con vencimiento en 2028 cotizan a 46 centavos de dólar. Esta cotización se ha desplomado alrededor de un 45% solamente en los últimos 3 meses. O, lo que es lo mismo, estos bonos ya rinden hoy al 23% frente al 6,2% a principios de este año. Igualmente, el riesgo país se ha disparado por tres en el mismo período, y solamente Argentina y Ecuador -además de Venezuela, claro- representan mayor riesgo en la región actualmente.
En todo caso, si Arce buscaba calmar la ansiedad del público que busca respuestas del dueño del modelo económico que hoy naufraga, en vez de ofrecer una entrevista debió publicar la cifra actualizada de las reservas en el Banco Central, dato que llevan escondiendo durante ya casi 10 semanas.
Peor aún, Arce evadió la pregunta de Tejerina sobre la escasez de dólares, y aunque reconoció que existe una crisis al respecto, también afirmó que se trata de un problema transitorio, porque responde a un fenómeno generalizado en la región a causa de la guerra en Ucrania. También aseguró que no habrá devaluación cambiaria ni recorte de la subvención al consumo de hidrocarburos durante su gobierno, aunque es justamente debido a que, tras ofrecer un tipo de cambio diferenciado al sector privado exportador, ha provocado un mercado paralelo informal donde el boliviano ha pasado de cotizar Bs. 6,96 por cada dólar a incluso Bs. 7,70, que existe tal escasez e incremento de precios.
La única respuesta concreta del régimen de Arce respecto de la sequía de moneda fuerte ha sido mandar a la policía a apresar a quienes estén dispuestos a ofrecer sus dólares en determinada cifra a quienes estén dispuestos a pagar por ella.
El objetivo del profesor Arce con la polémica Ley del Oro
Tejerina también preguntó a Arce sobre la Ley del Oro, que consiste en que la Asamblea Legislativa permita al Banco Central comprar oro físico (no se sabe si con dólares o bolivianos a tipo de cambio preferencial) a los cooperativistas paceños privados informales. Este oro sería enviado al exterior para ser refinado y conseguir una calidad monetaria del 999.9 y que finalmente forme parte de las reservas internacionales para fortalecer la moneda nacional.
Hay mucho más por decir respecto del circuito del oro físico en Bolivia y la región, pero por el momento la operativa responde un diagnóstico absolutamente inverosímil. El público, sobre todo el empresariado privado, supone que el oro que tiene el Banco Central en sus reservas, que representaba más del 70% mientras había cifras, sería liquidado por dólares o utilizado como respaldo de nuevos créditos, pero Arce explicó que la eventual Ley del Oro busca que el país sea parte de un nuevo Patrón Oro, es decir, fortalecer la moneda nacional de la misma manera que se han propuesto recientemente los miembros de la OPEP+ y los BRICS, utilizando una moneda respaldada por oro físico en sus intercambios comerciales aunque sea de manera parcial, para tratar, además, de terminar con el dólar como moneda internacional de reserva.
Al respecto, primero, los temores de una desdolarización del comercio global y el fin del dólar como moneda internacional de reserva son altamente exagerados. Si acaso solamente se tratara de qué moneda se utiliza en las transacciones comerciales globales, el dólar es utilizado en un 90% de ellas. Es decir, si el dólar estadounidense está herido de muerte, no morirá pronto. En todo caso, el principal enemigo del dólar no está entre los BRICS ni en Irán o Arabia Saudita, sino los propios Estados Unidos, en Washington D.C., está en la propia Reserva Federal.
Segundo, a pesar de que Arce tiene razón cuando parafrasea a JP Morgan y afirma que el oro es el único activo que no es el pasivo de nadie más, y que hay una guerra monetaria en curso, su objetivo con la Ley del Oro es estatizar el metal amarillo de la misma forma que ha pretendido estatizar cuanto activo ha encontrado a su paso.
Lo que Arce no termina de entender es que tanto el tipo de cambio fijo como una economía dolarizada o el patrón oro clásico, no son posibles si el nivel del gasto público excede el ahorro que ese oro físico refinado representa. Peor todavía si no se encuentra en manos del público sino del Estado. Justamente, en el siglo XX se fue destruyendo el Patrón Oro clásico desde la creación de la Reserva Federal en 1913 para financiar el gasto público en nada menos que dos guerras mundiales, y cuando Richard Nixon le dio la estocada final en 1971, lo que hizo fue llevar a Estados Unidos al default. En otras palabras, lo que Nixon hizo ayer con el oro en Estados Unidos es lo que Arce hace hoy con el dólar en Bolivia.
Más aún, si el oro es dinero y todo lo demás es crédito, ¿qué es lo que Arce pretende hacer con toda la sobreoferta de moneda nacional que cada vez más gente repudia por su acelerado proceso devaluatorio mientras el mundo no todavía no logre retornar a lo que él entiende que sería un nuevo Patrón Oro y fin del dólar? Arce todavía no ha caído en cuenta sobre cuándo debe dejar de ser profesor universitario y cuándo debe ejercer el primer cargo del país.
Para no andar con más rodeos, lo que Arce ha dicho es que en Bolivia no hay dólares porque su Gobierno busca que el país esté preparado para la pronta adopción de un nuevo Patrón Oro en el mundo, aunque resulte difícil de creer, y la manera de justificar la operativa es que la Constitución Plurinacional hace responsable al Estado de los recursos naturales en el país, lo cual incluye no solo el gas, el petróleo y el litio, ¡sino también el oro! Y lo que plantea es seguir implementando el modelo cepalino, keynesiano y marxista de industrialización por sustitución de importaciones de los años 60 y 70 por toda la región, que ha sido sobradamente demostrado que solamente puede volver a fracasar de la misma forma en que lo hizo provocando la mentada década perdida de América Latina en los años 80.
¿Por qué fracasará de nuevo probablemente de la misma manera? Porque el problema del modelo de Arce es el exceso del gasto, no la falta de ingresos. Todas las empresas públicas que ha creado desde 2006 operan a pérdida, están quebradas, y son las que explican la mayor fracción del déficit fiscal en el que se ha gastado todas las reservas del Banco Central.
Para terminar, probablemente lo peor de todo ha sido que la próxima amenaza mayor para la estabilidad y libertades individuales en el país sea el hecho de que Arce no haya hablado sobre la estatización de la administración de los fondos de pensión privados, que constituiría la única alternativa para conseguir financiamiento de corto plazo y no así la Ley del Oro. Este es uno de los problemas que más preocupa al público y con justificada razón, pues así no existe seguridad para el ciudadano de que sus ahorros de largo plazo no serán confiscados de la misma manera en que hoy no pueden retirar dólares de sus cuentas bancarias.
El panorama que vive Bolivia es ciertamente sombrío, y Arce apenas apunta a jugar a las escondidas.
Columna originalmente publicada en La Gaceta de la Iberosfera, el 13 de abril de 2023.
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