Los bonos soberanos 2028 llegaron a hundirse hasta los 46 centavos de dólar y el riesgo país subió para ubicarse solamente por detrás de Venezuela y Argentina en la región la anterior semana, pero el régimen de Arce no ha tenido mayor reparo en presumir del minúsculo rebote de los bonos en los últimos días -hasta los 59 centavos de dólar-, en la expectativa de que pueda conseguir dólares para atajar el problema de la insaciable demanda del público.
Sin embargo, los bonos todavía acumulan pérdidas del -40% desde el día de su emisión. Hasta un gato muerto puede rebotar si la altura es suficiente, dicen los entendidos en la materia, pues el Banco Central de Bolivia (BCB) se acerca a cumplir 80 días sin el reporte semanal de sus reservas para respaldar la creciente masa monetaria; el Instituto Nacional de Estadística (INE) tampoco reporta datos sobre el crecimiento del PIB al cuarto trimestre y cierre de 2022; la Autoridad de Fiscalización y Control de Pensiones y Seguros (APS) no publica información sobre el portafolio de inversiones desde diciembre de 2022; y la Autoridad de Supervisión del Sistema Financiero (ASFI) apenas ha reportado cifras a febrero sin pronunciarse con suficiencia sobre la escasez de dólares en el sistema.
Los ministros de Arce, a pesar de que finalmente han reconocido junto a la Asociación de Bancos Privados de Bolivia (Asoban) que hay problemas -luego de dos meses de creciente incertidumbre-, no dejan de repetir el mantra de la estabilidad y solidez de la economía y el sistema bancario y financiero, pero si un reportero los aborda a la salida de alguna reunión de gabinete preguntándoles sobre el nivel de reservas en divisas del ente emisor, se mandan a cambiar.
Nada está suficientemente claro. No parece haber salida. La mayor urgencia es financiar la importación y subvención del consumo interno de combustibles y dotar de liquidez al sistema bancario y financiero para atender la creciente demanda del público. Todo depende de la capacidad del gobierno de Arce para administrar la crisis y conseguir financiamiento de corto plazo, pero tampoco parecen haber demasiadas alternativas.
En estos escenarios es típico recurrir a organismos multilaterales para conseguir cuanto financiamiento sea posible, al precio que sea necesario. Se sabe que Arce ha recurrido al Banco Interamericano de Desarrollo (BID), a la Corporación Andina de Fomento (CAF), a la Agencia Francesa de Desarrollo (AFD) e incluso al Banco Mundial en Washington. Nadie sabe aún cuánto ha conseguido hasta el momento y bajo qué condiciones, pero Arce se mantiene alejado del Fondo Monetario Internacional, no sólo porque la operativa se traduciría en una derrota política e ideológica inasumible, sino porque además precipitaría la ingobernabilidad.
El escenario se presta a todo tipo de rumores, interpretaciones y especulación. Por ejemplo, el salar de Uyuni es un activo sobre el que, aparentemente, la dictadura de China quiere negociar desde hace bastante más que tres meses; los aportes a los fondos de pensión tendrían que ser confiscados hasta mediados de mayo; y la nueva Ley del Oro que permitirá al BCB contraer deuda en dólares para gastar en bolivianos para comprar oro, para que se lo refine y certifique para fortalecer las reservas, para obtener dólares y seguir gastando en bolivianos, reúne más sarcasmo y preguntas que respuestas, sobre todo partiendo de la manera en que pretende ser aprobada en la Asamblea Legislativa, con la anuencia de diputados que se habrían vendido al régimen por apenas una sopa tradicional de fricasé.
Si esto no es una crisis cada vez más compleja, que se lo digan a quienes hacen filas por cuadras e incluso pasan noches en las puertas de los bancos privados del país para retirar sus depósitos o en las propias puertas del Banco Central para comprar dólares desde hace ya más de dos meses.
Columna originalmente publicada en La Gaceta de la Iberosfera, el 26 de abril de 2023.