Las causas de las crisis bancarias y las posibles medidas para mitigar su impacto

El sistema de banca tradicional ya es inherentemente inestable por su propio diseño. El debate sobre si tal diseño es lo más recomendable o qué tanto se aleja de lo que se considera ideal, data de cientos de años, pero está suficientemente claro que no es posible que los bancos se mantengan en pie si un número suficiente de clientes acude a determinado banco a retirar sus depósitos de manera simultánea, pues no sólo que los ha invertido sin su consentimiento explícito a pesar de que les paga un interés por ellos, sino que además se presta a corto e invierte a largo.

Desde luego, está de más decir que hablamos de un sistema de banca tradicional y no del sistema que la separa de la banca de gestión patrimonial, la depositaria y la previsional.

Las burbujas que desencadenaron la Gran Recesión

Para algunas escuelas de pensamiento económico -las menos conocidas, pero no por eso menos importantes- el origen de las burbujas de activos se encuentra detrás de la siguiente definición: las burbujas de activos son una buena idea llevada al exceso, son causadas fundamentalmente por los bancos centrales, que distorsionan los precios y los alejan de su valor -tanto al alza como a la baja- y se suelen formar en aquellos sectores que se consideran como los más seguros.

Es decir, las burbujas de activos tienen como causa fundamental la manipulación monetaria, que puede tener un sinnúmero de maneras. En este sentido, es importante destacar un aspecto fundamental: el dinero no es neutral en el largo plazo, porque su emisión artificial, exógena, fuera de las fuerzas del mercado, distorsiona los precios relativos y genera desequilibrios en la economía que se manifiestan en forma de ciclos económicos.

En cambio, para las distintas escuelas de pensamiento económico convencionales y dominantes, de las cuales se extraen las políticas públicas en general y sobre todo las políticas monetarias, el dinero es neutral en el largo plazo. Según esta visión, los cambios en la oferta monetaria no tienen un efecto duradero sobre la economía y, por lo tanto, no pueden generar desequilibrios a largo plazo.

Además, los neoclásicos sostienen que el dinero no afecta a la producción real de la economía, sino que sólo es un medio de intercambio. Desde esta perspectiva, la función principal del dinero es apenas facilitar el comercio y la asignación eficiente de los recursos en la economía.

Por eso, dado que la teoría económica neoclásica dominante, argumenta que, en una economía en equilibrio, los precios se ajustarán automáticamente para reflejar cualquier cambio en la oferta monetaria, pero este es el primer paso para saber de dónde vienen los errores a los que primero se induce a los empresarios a cometer de manera sistemática, primero en forma de auge, y luego en forma de políticas erráticas que tratan de evitar lo inevitable; aplican la misma batería de medidas que primero crearon burbujas, para tratar de evitar el advenimiento de la crisis cuando pinchan inflándolas de nuevo, haciendo que las oscilacione snaturales del mercado degeneren, tarde o temprano, en ciclos económicos, en períodos recurrentes de auge y recesión.

De la crisis de Bear Stearns a la de Lehman Brothers

Bear Stearns, una firma de inversión y banca de inversión con sede en Nueva York, entró en crisis en marzo 2008 como resultado de lo mencionado anteriormente. Tenía grandes inversiones en activos respaldados por hipotecas de alto riesgo, conocidos como “subprime”. Cuando el mercado de la vivienda en Estados Unidos comenzó a caer y los precios de las viviendas comenzaron a disminuir, estos activos perdieron valor rápidamente, lo que generó enormes pérdidas para la firma, además de varias otras instituciones financieras similares, por no decir que todas.

La dependencia de Bear Stearns de préstamos a corto plazo para financiar sus operaciones significaba que era vulnerable a cambios en el mercado de crédito. Cuando el mercado de crédito se volvió más restrictivo en 2007 y 2008, Bear Stearns tuvo dificultades para refinanciar su deuda y obtener el financiamiento que necesitaba para seguir operando.

La caída de Bear Stearns también fue el resultado de una pérdida de confianza por parte de los inversores y los participantes del mercado, que se sintieron cada vez más preocupados por la exposición de la firma a activos tóxicos, sus problemas de financiamiento y refinanciamiento y alto deterioro de la calidad del balance. A medida que aumentaba la incertidumbre, los inversores comenzaron a retirar su dinero de Bear Stearns, lo que exacerbó sus problemas de liquidez y contribuyó a su caída. Valium

Bear Stearns finalmente se declaró en quiebra y fue vendida al banco JPMorgan Chase con el apoyo del gobierno de Estados Unidos, pero todo fue peor apenas 6 meses más tarde, en septiembre del mismo año, cuando llegó el turno de Lehman Brothers.

Hasta este momento, los gobiernos y los reguladores financieros defendían la idea de que algunas instituciones financieras eran “too big to fail” para justificar su rescate con fondos públicos en caso de problemas financieros. En otras palabras, se creía que la quiebra de estas instituciones tendría un efecto dominó negativo en el sistema financiero y, por lo tanto, era necesario protegerlas.

Sin embargo, cuando Lehman Brothers quebró en septiembre de 2008, las autoridades estadounidenses optaron por no rescatar a la firma y simplemente dejarla quebrar. Esta decisión fue tomada en parte debido a la creencia de que Lehman no era tan grande o importante para el sistema financiero como otras instituciones financieras que habían sido rescatadas anteriormente, pero el error fue tan grande como el pánico global consecuente, que también fue el momento en que comenzó a aplicarse el programa del Quantitative Easing, el mayor programa de monetización de deuda que jamás hubiera conocido el mundo.

La experiencia de la crisis de Lehman Brothers llevó a muchos a cuestionar la validez del concepto de “too big to fail” y a plantear preguntas sobre cómo se podrían manejar mejor las instituciones financieras en dificultades sin recurrir a los rescates con fondos públicos, que, definitivamente, no es mediante el QE ni mucho menos, pero veamos qué es lo que se estila.

Del bail-out al bail-in

El bail-out (rescate bancario) es un término utilizado para describir una situación en la que el gobierno interviene para salvar a un banco en dificultades financieras, inyectando capital público para estabilizarlo. Esta intervención suele ser necesaria cuando el banco tiene problemas para cumplir con sus obligaciones de pago, lo que puede tener un impacto negativo en la economía y el sistema financiero en general. El bail-out implica un costo para los contribuyentes, ya que el dinero utilizado para el rescate proviene del presupuesto público.

Por otro lado, el bail-in es un proceso en el que los acreedores y los depositantes de un banco en dificultades asumen parte del costo de la reestructuración del mismo. En este caso, se busca evitar la intervención gubernamental y se permite que el banco asuma parte de las pérdidas y resuelva su situación financiera mediante una reorganización interna.

En la Eurozona, el bail-in comenzó a implementarse en 2016, tras la entrada en vigor de la Directiva de Reestructuración y Resolución Bancaria (BRRD, por sus siglas en inglés), que establece un marco legal común para la reestructuración y resolución de bancos en toda la Unión Europea. Esto es, al menos, relativamente más deseable que un bail-out.

La crisis bancaria en España y la creación del “banco malo”

En España, se creó el “banco malo” o Sareb en 2012, tras la crisis financiera de 2008, con el objetivo de adquirir los activos inmobiliarios tóxicos de los bancos españoles en dificultades financieras. La idea era que los bancos pudieran liberarse de estos activos, lo que les permitiría centrarse en su negocio principal y mejorar su situación financiera. El banco malo adquirió unos 50.000 millones de euros en activos tóxicos y logró vender gran parte de ellos en los años siguientes, aunque con pérdidas significativas.

En general, la creación del banco malo en España fue considera un éxito en términos de estabilización del sistema financiero y la recuperación de la economía española en los años siguientes. Sin embargo, también ha habido críticas sobre su funcionamiento y su impacto en el sector inmobiliario y la sociedad en general.

Medidas bancarias ex-post

Para tratar de mitigar el problema de acumulación de activos tóxicos en un entorno de bajas tasas de interés, un banco tradicional puede tomar varias medidas, entre ellas:

  1. En lugar de centrarse solamente en el historial crediticio del prestatario, el banco puede -tiene que- evaluar cuidadosamente la capacidad de pago actual y futura del prestatario, así como la solidez de su negocio o empleo, y no simplemente tratar de conseguir rentabilidad del spread o del volumen de clientes que pueda conseguir.
  2. Mantener suficientes provisiones y reservas de capital para cubrir posibles pérdidas en caso de impago. De esta manera, el banco puede protegerse de los riesgos crediticios y mitigar el impacto de los activos tóxicos en su balance en vez de simplemente esperar a que el Prestamista de Última Instancia se haga cargo, a menos que esa inmoral y poco ética idea sea la que se pretende aplicar y de la que se quiere aprovechar desde un principio.
  3. En lugar de centrarse en un solo sector o mercado, el banco puede diversificar su cartera de préstamos para reducir el riesgo de pérdidas debido a una disminución en la demanda de un sector específico.
  4. Finalmente, en lugar de ofrecer tasas bajas y plazos prolongados para todos los préstamos, el banco puede ajustar sus tasas y plazos para reflejar el riesgo de cada préstamo y limitar el riesgo de impago.

Medidas bancarias ex-ante

Desde luego, lo más improtante de todo es primero evitar el desastre, y no solamente ponerse a pensar en qué se puede hacer una vez que estalla la crisis y comienza el derrumbe del sistema. En este sentido, para evitar la acumulación de activos tóxicos ex ante respecto de lo que hay y no necesariamente en un mundo ideal, como la abolición inmediata del sistema de banca central y la reserva fraccionaria alrededor del globo, un banco privado podría tomar las siguientes medidas iniciales:

  1. Evaluar el entorno macroeconómico en el que opera y anticipar posibles riesgos y desafíos. Por ejemplo, un entorno de tasas de interés extremadamente bajas durante un período prolongado puede generar una mayor demanda de préstamos y una mayor asunción de riesgos por parte de los prestatarios, lo que aumenta el riesgo de impago.
  2. Establecer criterios claros de otorgamiento de préstamos, que incluyan el análisis de la capacidad de pago actual y futura del prestatario y la solidez de su negocio o empleo. Estos criterios deben ser revisados regularmente y actualizados según sea necesario.
  3. Fijar límites en la concesión de préstamos, como el límite máximo de préstamo para cada prestatario o para un determinado sector. Estos límites pueden ayudar a limitar el riesgo de impago y a evitar la acumulación de activos tóxicos.
  4. Utilizar herramientas de gestión de riesgos, como la valoración de los activos y la gestión de riesgos de crédito, para evaluar y controlar el riesgo de sus operaciones y préstamos.

Desde luego, hay mucho más, pero si tú tienes más y mejores ideas, me gustaría que las compartas conmigo en el espacio de comentarios para ayudar a la gente y contribuir a la solución de problemas como estos, que no dejarán de llegar pronto.

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