El primer trimestre ha traído grandes desafíos al sistema financiero de Estados Unidos con el colapso en marzo de tres bancos regionales, aunque de gran envergadura. El caso más sonado ha sido el de Silicon Valley Bank, pero también cayeron junto a este el Silvergate Bank y el Signature Bank.
Estos bancos fallaron por haber estado extraordinariamente expuestos al sector tecnológico, que ha venido arrastrando fuertes pérdidas al menos desde 2022 debido a la desaceleración de la economía, el incremento de la inflación y el inicio de un proceso de incremento de tasas de interés por parte de la Reserva Federal, pero fundamentalmente porque la tecnología estaba directamente apuntalada por la política monetaria en expansión durante varios años.
La Fed dijo ante estos tres primeros casos, que se trataba de un problema aislado y pasajero, y que tenía la situación bajo control. Sin embargo, la crisis no se detuvo. No mucho más tarde cayeron bancos en Europa, como el sonado caso de Credit Suisse y las extendidas y acumuladas dudas que todavía arrastra el Deutsche Bank, pero también quebraron más bancos americanos como First Republic Bank, Western Alliance Bancorporation y PacWest Bancorp, y hay otros como WesternAlliance y Zion’s Bancorp, e incluso Charles Schwab, sobre los que pesa la incertidumbre del público.
En este entorno de inconfundible crisis sistémica en el sector financiero, demasiado similar a los días vividos entre Bear Stearns y Lehman Brothers que degeneró en la Gran Recesión, y de crisis económica generalizada en Estados Unidos, surgen inquietudes como qué pueden hacer quienes tienen cuentas en bancos de inversión estadounidenses, dada la posibilidad de perder parte o la totalidad del dinero que uno tiene invertido si su banco entra en quiebra.
Lo primero es no confiarse ni caer en la complacencia. Muchas veces el cliente se apoya únicamente en la marca de un banco de inversión, el tamaño y participación que tiene en el mercado o que los clientes que tenga también sean muy conocidos, o finalmente en sus calificaciones de riesgo. Con la experiencia de la explosión de las burbujas inmobiliarias entre 2007 y 2008 y la Gran Recesión, esto ha sido un error muy importante por parte de los clientes. No hay que esperar que el rumor se convierta en noticia.
Lo segundo es conversar con el gestor de fondos que uno tiene asignado en el banco que le maneja las cuentas. Será difícil conseguir respuestas a todas las preguntas que uno tenga para él, pues, entre otros aspectos, no son muchos los incentivos que tiene para que diga lo que uno necesita saber para liquidar su cuenta. No obstante, dependiendo del tipo de relación que tenga con él, puede tener información muy útil de todas maneras.
Lo tercero es comenzar a indagar sobre la tendencia de los depósitos de la entidad bancaria con la que tiene invertidos sus fondos, si de repente se empiezan a observar retiros sistemáticos y masivos que podrían afectar la propia solvencia de la entidad.
El cuarto paso es investigar sobre las principales posiciones de inversión no sólo del portafolio propio, sino además las del banco. Analizar el balance contable de una entidad bancaria, sobre todo de inversión, es muy difícil, pero es posible saber qué tan expuesto a tal o cual sector. El caso de Silicon Valley Bank, por ejemplo, era muy evidente.
La quinta medida consiste en buscar alternativas con el mismo principio, conocer la exposición de sus inversiones, si los clientes han estado retirando sus depósitos, la opinión de algunos colegas o referencias de amigos o conocidos de confianza.
La sexta medida es contar con un gestor de fondos de inversión. Esto podría ser una obviedad, pero no trabajar con un gestor o no mantener una comunicación fluida es más común de lo que se podría suponer. Es muy importante conversar con él sobre la antigüedad y trayectoria que tiene en el banco donde trabaja actualmente.
Además, debido al incremento de regulaciones sobre el sector financiero desde la última crisis sistémica, tanto la rotación de personal dentro del banco como el traslado de una entidad a otra son muy comunes en la industria. Establecer una relación franca, de confianza y largo plazo, es fundamental. Lo mínimo que será necesario saber sobre él es, justamente, su experiencia en las últimas grandes crisis. No dude en preguntárselo.
El séptimo paso será, desde luego, saber qué tan conveniente resulta trabajar solamente con un solo banco y un solo gestor de fondos o asesor legal y financiero. La idea de diversificar posiciones también aplica en este sentido.
Finalmente, no está de más destacar la idea de que todo esto debe ser hecho de la manera más rápida, fría y discreta posible, ya sea por simple privacidad, por seguridad, por no tener que exponerse a riesgos innecesarios, o para evitar revelar información estratégica que pueda ser utilizada en su contra por sus competidores, aunque, eso sí, esto no significa en absoluto ocultar información relevante o evadir responsabilidades legales o fiscales.
En todo caso, no deje nunca de buscar asesoramiento profesional debidamente calificado.
La estanflación, el mayor dilema de la Fed
5 elementos para evaluar un fondo de inversió
6 aspectos a considerar antes de abrir una cuenta con un banco de inversión
Las causas de las crisis bancarias y las posibles medidas para mitigar su impacto
Invertir en oro físico como refugio seguro en tiempos de incertidumbre
El dólar no dejará de ser moneda internacional de reserva muy pronto
Por qué todo banco es intrínsecamente inestable y qué se puede hacer al respecto
¿Por qué es mejor contratar un asesor financiero independiente frente a uno que no lo es?
El paso inicial de un inversor para asignar recursos en entornos de pánicos bancarios y crisis generalizada