Como todo país que atraviesa una crisis generalizada que se agrava con el pasar de las semanas y los días, Bolivia ha vuelto a ser parte de un nuevo capítulo de bochorno diplomático con Perú.
Hace unos días el régimen de Luis Arce Catacora decidió designar a Lidia Patty como la nueva cónsul de Bolivia en Puno, Perú, a lo cual, Ana Cecilia Gervasi, canciller peruana pidió formalmente al Gobierno de boliviano dejar sin efecto su nombramiento por haber transgredido el artículo 12 de la Convención de Viena de 1963 sobre relaciones consulares, dado que ejercía funciones desde el 1 de junio sin haber cumplido el requisito de la autorización del Estado peruano. Afortunadamente, Patty retornó a Bolivia.
Los hechos similares más recientes que tanta vergüenza y deshonra provocaron a Bolivia fueron los que protagonizó -no podía ser de otra manera- nada menos que el jefe cocalero y expresidente, Evo Morales, cuando fue declarado persona non grata por el Congreso del Perú en enero de este año, «por su constante incitación en la política nacional» y su intento permanente por «desequilibrar el orden interno del país».
¿Pero quién es Patty y por qué fue designada como cónsul de Bolivia en Puno? Lidia Patty Mullisaca es una activista aymara, dirigente de la organización de mujeres «Bartolina Sisa», ex concejal del Municipio de Charazani y exdiputada de la Asamblea Legislativa Plurinacional por el Movimiento al Socialismo (MAS), pero destacó en la coyuntura política nacional por haber sido quien presentó una denuncia por «sedición, terrorismo y conspiración» a la exsenadora y expresidenta Jeanine Áñez por el caso «Golpe de Estado» y una serie de irregularidades durante su mandato, y que ha derivado en el encarcelamiento ilegal de Áñez y de dos de sus exministros desde mazo de 2021.
Pero, sobre todo, Patty ha sido designada justamente para cumplir con el objetivo de Morales, Arce y el MAS de desestabilizar la región. De hecho, actualmente Morales evita acudir a las convocatorias de la Fiscalía de Puno para declarar por las denuncias penales que existen en su contra por el presunto delito de atentado contra la integridad nacional y ser cómplice de traición a la patria en su pretensión de unir la región de Puno a la «América Plurinacional» del Runasur, y así extender su “socialismo plurinacionalista” al Perú y al región, tal como Fidel Castro y el Che Guevara había planeado en la década de los 60.
Sin embargo, ahora el tono de Morales con Perú es distinto porque ya no cuenta con su amigo comunista Pedro Castillo en el poder. Ahora Morales se estrella contra el Gobierno de Dina Boluarte porque, aunque lo hace contra viento y marea, mantiene algo de la institucionalidad democrática que ha sido tan afectada durante los últimos años.
A raíz de que hace ya tres meses, la Aduana de España en el aeropuerto Adolfo Suárez de Madrid, Barajas, reportó un cargamento de media tonelada de cocaína en un vuelo de Boliviana de Aviación (BoA) procedente de Bolivia, Morales exigió el cierre de la frontera boliviano-peruana porque asegura que la cocaína que Bolivia exporta proviene del Perú.
Pues esta es, sin duda alguna, una ilustración más de las muchas que existen y se retroalimentan con las nuevas que aparecen (de hecho, Chile reportó hace un par de semanas la incautación de otras dos toneladas de narcóticos provenientes de Bolivia).
En ese mismo sentido, también en estos días la Fundación Heritage de Estados Unidos publicó el Índice de Libertad Económica 2023 en el mundo. Además de destacar el hecho de que Bolivia sigue hundida en el fondo de la tabla con una de las economías más reprimidas del mundo junto a países como República Centroafricana y Argelia, Heritage no sólo se reafirma en lo que viene advirtiendo desde hace años, que el sistema judicial es vulnerable a la interferencia política, que prevalece la corrupción y que el Estado de Derecho es débil, sino que, además, hace énfasis por primera vez en la proliferación del narcotráfico.
En definitiva, lo que está sucediendo en Bolivia es que el régimen de Arce, el MAS y el propio Evo Morales están siendo sobrepasados por el colapso ya no sólo de su plataforma política, sino de la institucionalidad, de la economía e incluso el rápido deterioro del tejido social, donde la delincuencia es cada vez más frecuente, pero también cada vez más considerada como algo normal, cercano y cotidiano.
Columna originalmente publicada en La Gaceta de la Iberosfera, el 15 de junio de 2023.
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