Con mucho esfuerzo desde que asumió el poder en 2006, pero mucho más ahora que viene sumergiéndose cada vez más en la crisis económica, Bolivia se va metiendo en aprietos diplomáticos cada vez complicados con Occidente. En los últimos tiempos el país andino se ha visto sumergido en una serie de difíciles situaciones diplomáticas, poniendo en riesgo sus relaciones con el Hemisferio.
La situación ha sido agravada por una serie de decisiones y declaraciones recientes que tendrían que estar cuanto menos llamando la atención de la ciudadanía y los políticos opositores que se preparan para las elecciones generales de 2025, y que además debería estar llevando a la desaprobación entre los países que quisieran mantener algo de orden y seguridad en el vecindario frente al narcotráfico campante y los nexos con el terrorismo del fundamentalismo islámico.
En primer lugar, el Estado Plurinacional está haciendo cada vez más frecuente el incumplimiento de ciertas buenas prácticas con el Fondo Monetario Internacional (FMI), como, por ejemplo, respecto del último informe del Artículo IV sobre Bolivia que el organismo suele publicar anualmente sobre la economía de cada uno de sus países miembros. Concretamente, es a partir del 22 de marzo que el Fondo no publica el informe de Bolivia a pedido del propio Gobierno de Luis Arce porque necesitaría tiempo para revisarlo y aprobarlo. ¿Qué es lo que podría estar escondiendo?
Sucede que el FMI, siendo una institución difícilmente avalada por nadie que no sea de izquierdas (aunque por temporadas lo culpen por todos los males de sobre endeudamiento sobre la Tierra), juega un papel crucial en el ámbito financiero incluso con cláusulas sobre el respeto de los Derechos Humanos en todo el Hemisferio donde opera. El FMI establece ciertos prerrequisitos para formar parte de esta institución de manera permanente y como solicitante eventual de asistencia financiera, algo que Bolivia podría necesitar urgentemente dada la debacle económica que trata de aplazar -más no solucionar- al menos desde febrero de 2023.
La mínima consecuencia que Bolivia tendría que encarar eventualmente, es la imposición de sanciones. En el peor de los casos, el país podría ser expulsado del Tratado de Bretton Woods, lo cual también implicaría dejar de recibir todo tipo de asistencia no sólo del FMI, sino también del Banco Mundial, y finalmente ser aislada del sistema financiero al que de todas maneras se ha resistido en integrar.
Recordemos que Bolivia es signataria del Acuerdo de su creación en 1944 junto a otros 44 países. Este gran pacto, y las instituciones aludidas que de él derivan, fueron establecidas principalmente por las potencias occidentales, especialmente Estados Unidos y Europa Occidental, quienes alcanzaron la victoria frente al Partido Nacionalsocialista Obrero Alemán en la Segunda Guerra Mundial y las grandes inestabilidades económicas globales que de ella derivaron; no es que el FMI va a derrumbarse si acaso Bolivia no es parte de sus miembros permanentes, pero el mensaje que lanza y la postura que asume frente a las principales amenazas geopolíticas globales no quedará en la indiferencia si acaso se diera una escalada en la que ha contribuido decididamente.
La manifiesta alianza con Irán
Adicionalmente, ha sido verdaderamente lamentable observar cómo Arce Catacora se ha pronunciado con mucho pesar sobre el fallecimiento de Ebrahim Raisi, presidente del régimen teocrático y totalitario de la República Islámica de Irán y abierto enemigo enemigo de Occidente y de los valores judeocristianos sobre los que se ha construido su notable éxito en la lucha contra la pobreza y la convivencia en sociedad.
Al respecto, también habrá que recordar que la alianza del régimen del Movimiento al Socialismo en Bolivia con el totalitarismo de los ayatolas en Irán, ha generado serias preocupaciones en países vecinos como Argentina y Chile en materia de seguridad y defensa, que amenazan la estabilidad del vecindario. Además, los abusos contra los derechos humanos del régimen iraní, su apoyo al terrorismo y su búsqueda de armas nucleares podrían exacerbar aún más estas preocupaciones.
Además de que se traduce en un decidido alejamiento de Bolivia de los valores democráticos y liberales que defienden muchas naciones occidentales, la expresión de profundo pesar del presidente del Estado Plurinacional por la muerte de Raisi en Irán, es una señal más sobre el alineamiento de Bolivia con la postura política, ideológica y militar de Irán.
Se posiciona a favor de China
Como si esto no fuera suficiente, y luego de que en abril recibiera una dura respuesta por haber manifestado su solidaridad con la «hermana República Popular China ante la pérdida de vidas y los severos daños materiales registrados por un terremoto de gran magnitud», el gobierno de Arce Catacora ha expresado su apoyo a la «reunificación de la Provincia de Taiwán» esta semana, una postura que no solo implica el respaldo del avance de China comunista sobre su soberanía, sino que también desafía la posición histórica de Estados Unidos, que ha defendido firmemente la autonomía de la isla al punto de brindar apoyo militar y económico significativo.
Sin duda alguna, este apoyo tensiona aún más las relaciones diplomáticas de Bolivia con Estados Unidos, ya que cualquier medida que se perciba como que socave la soberanía de Taiwán será vista como un alineamiento con China ya no sólo en lo ideológico, sino en materia de defensa. Además, Estados Unidos ha sido un socio comercial clave y donante de ayuda para Bolivia. Cualquier resquemor en las relaciones podría potencialmente afectar estas áreas.
Bolivia se encuentra, así, en una encrucijada diplomática. Sus acciones recientes no solo la alejan de instituciones internacionales clave, sino que también podrían tener serias repercusiones en su política exterior y en su posición frente a los grandes poderes de Occidente. Es un momento crítico en el que cada movimiento cuenta y podría determinar el futuro del país en la arena internacional.
Columna originalmente publicada en La Gaceta de la Iberosfera (España), el 22 de mayo de 2024.
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