Del tipo de cambio fijo a la dolarización

Hagamos una cosa, les explico mi defensa del tipo de cambio fijo y por qué mi oposición rotunda a que sigan habiendo devaluaciones monetarias en Bolivia.

Si algo dejó claro la Escuela Austríaca, y no desde Menger en 1874, sino incluso ya desde Oresme en 1350, es que el dinero es un invento del mercado, es una institución de origen espontáneo y evolutivo, y no un invento ni creación del Estado ni de ningún hombre omnisciente.

En un período muy dilatado de tiempo, en un proceso de entre 4.000 y 6.000 años, el hombre descubrió que el mejor dinero posible eran mercancías como el oro y la plata, el dinero era, por sobre todas las cosas, un activo real.

Con el pasar del tiempo, y sobre todo en el siglo XX, que fue cuando más bancos centrales en la historia fueron apareciendo, los gobiernos fueron encontrando distintas maneras de intervenir y deformar esta institución, dotándola de otras características ajenas a su naturaleza. ¿Cómo? Grosso modo, fueron confiscando el oro a la ciudadanía, y a cambio le entregaron un vale por cobrar, una promesa de pago o de devolución de ese oro, firmada en un papel. Así, quien produce y dota de dinero a la sociedad es el Estado y ya no el mercado, como fue siempre.

Entonces, hoy en día, el dinero ha pasado a ser no un activo real, sino un activo financiero cuyo precio, además, no ilustra todo el entramado financiero que hay detrás, porque, aunque las esté validando el mercado, son finanzas controladas por el poder político.

De esta manera, los economistas, incluso muchos liberales amigos, cometen un error al decir que el tipo de cambio es algo tan sencillo como “el precio de una moneda respecto de otra”, pero para que esto sea cierto, hoy el dinero tendría que ser una mercancía más, pero no lo es.

Sin embargo, aquí yo les digo primero claro que hay dólares, sino no existiría un tipo de cambio paralelo muy concreto, que se ha estado manteniendo alrededor de los Bs. 11,40 en las últimas semanas. Caso contrario, no habría formación de “precio” alguna.

Donde no hay dólares es en el sistema bancario. Entonces, yo les pregunto, ¿creen ustedes que alguien en su sano juicio volvería a depositar sus dólares en el sistema si el gobierno implementa el tipo de cambio flexible?

Pues, contrariamente a lo que dicen mis amigos, nuevamente, sí, se necesitan reservas para mantener el tipo de cambio fijo (el gobierno no debió tocar nunca las reservas si quería sostenerlo), pero para establecer el tipo de cambio flexible también se necesitan reservas.

También me dicen que el tipo de cambio fijo es un control de precios del gobierno. Pues no exactamente: primero, es como una regla monetaria, le dice al gobierno “señor, usted tiene tal cantidad de reservas para respaldar la emisión de bolivianos con los que financia su gasto”.

En el caso del tipo de cambio flexible hay muchos mitos o conceptos mal interpretados: yo no se a quién se le habrá ocurrido (Friedman) afirmar que en un régimen de tipo de cambio flexible interviene el mercado, pero la realidad es que este también lo establece el gobierno. ¿Cómo? Subasta dólares en el sistema, pero en una cantidad y una banda cambiaria que el gobierno decide todos los días y a cada momento.

Es decir, en el tipo de cambio fijo, el gobierno interviene una vez y punto, de manera tal que uno puede ir estableciendo sus expectativas de devaluación monetaria mirando el nivel de reservas, a ver si el gobierno echa mano de ellas para financiar su gasto.

En cambio, con el tipo de cambio flexible uno no sabe cuándo, cuánto y en qué momento el gobierno va a devaluar la moneda, porque sus necesidades de gasto pueden variar de la noche a la mañana, con lo cual, además, hay incentivos para arremeterlo con ataques especulativos.

O sea, indistintamente del nivel donde hubiera sido fijado el tipo de cambio a finales de 2011, devaluar el tipo de cambio significa que el gobierno se le ocurra devolver una cantidad de deuda menor a la que se había comprometido devolver en un principio.

En rigor, las devaluaciones hay que entenderlas como lo que realmente son, un mecanismo de autofinanciamiento estatal (que solo un economista tipicamente keynesiano amigo del poder de turno avalaría, porque, para colmo, le toca morder un buen pedazo de la torta).

Yo entiendo y reconozco que la principal debilidad del tipo de cambio fijo implicaba acumular reservas para sostenerlo, pero que, eventualmente, se traduce en que cualquier gobierno pueda echar mano de ellas (es el ratón cuidando del queso) como ya ha sucedido.

Pero, entonces pregunto: ¿por qué quieren conseguir más dólares tomando todavía más deuda y encima volvérselos a confiar al Banco Central o cualquier otro gobierno con la baja o nula institucionalidad que tiene este pobre y destruído país? ¿Saben que se la van a repartir, no?

Entonces, y para ir cerrando, para solucionar este embrollo, mi objetivo es dolarizar la economía, lo cual significa que se prescinda del Banco Central y que las reservas estén en manos de la gente y de los bancos en los que cada quien confíe individualmente.

Evidentemente, mi objetivo es que este país nunca más vuelva a tener el problema de la devaluación y un tipo de cambio paralelo, como sucede hoy y como sucedió en la época de la coalición de neófitos e improvisados de izquierda de la UDP hace 40 años.

Si queremos eliminar o al menos reducir considerablemente el riesgo cambiario, la inflación, la pérdida de valor de nuestros sueldos y ahorros, y además evitar también corridas bancarias, esta es la manera más realista y posible de lograrlo. Sencillo, no fácil.

En definitiva, el dinero es algo demasiado serio para dejarlo en manos de los políticos (y los malos economistas que los asesoran).

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