Finalmente sucedió lo más temido sobre la economía estadounidense hasta el momento: Standard & Poor´s (S&P) terminó cumpliendo su amenaza de rebajar la calificación crediticia del Gobierno Federal de los Estados Unidos de triple A, a doble A+ con tendencia negativa. Tanto los demócratas como Nancy Pelosi, como los simpatizantes del intervencionismo Paul Krugman y Robert Reich, han reaccionado con insultos hacia la agencia calificadora que, aunque no goza de simpatía entre muchos, terminó siendo la que definitivamente ponga en evidencia el descrédito de las negociaciones en el Congreso, para finalmente terminar dando la razón al vituperado Tea Party: Alguien más tenía que terminar tomando la decisión correcta por el Congreso, el Gobierno y la Reserva Federal.
La discusión sobre si la economía estadounidense está realmente quebrada o no (que sí lo está), no es la más afortunada porque no se trata ni de controlar el déficit ni de buscar la mejor manera de financiarlo, sino que el Gobierno Federal no quiso reconocer que la única solución estaba en agresivos recortes presupuestarios, cualquier otra cosa hubiese significado postergar un problema para que solamente se convertiría en uno mucho más grande, cuando el verdadero problema es que la creatividad en los Estados Unidos se reduce sólo a seguir imprimiendo dinero para evitar la bancarrota, hecho sobre el que S&P hace la calificación realmente.
Ahora bien, a pesar de que la decisión de S&P ha sido en realidad muy tímida y tardía, significa muchas cosas: entre ellas, que EEUU sí presenta una bancarrota de facto a través del impuesto-inflación, aunque no la haya declarado formalmente; una otra sería que el problema más grave no será sobre EEUU necesariamente, no sólo porque difícilmente podría irle peor cuando el dólar continúa cayendo y el oro revalorizándose, sino porque manteniendo su esquema institucional podrá salir mucho más rápido de la recesión, si acaso la Reserva Federal no continuase imprimiendo dinero y no elevase las tasas de referencia, el verdadero problema es para todos aquellos países que estuvieron emitiendo deuda en dólares, porque también habrían estado emitiendo bonos basura, en particular la economía de China, principal acreedor de EEUU, y que al menos desde 2010 ya presentaba un cuadro de crecimiento demasiado rápido en relación al de economía global, y que necesariamente tenía que enganchar el vagón de su economía desacelerándola, pero ahora ya es demasiado tarde para hacerlo de manera progresiva.
Desde luego, la descripción de este escenario permite inferir que las principales economías globales, entre ellas la estropeada economía de la Unión Europea, deberán responder también con un fuerte incremento en sus tasas de interés, lo que consecuentemente incidirá en una reducción de sus importaciones, provocando el desplome de los precios de las materias primas, y golpeando fuertemente en los ingresos públicos de los países llamados emergentes.
Para la región, el principal referente de aquellas economías es Brasil, país que ha venido manteniendo el real en un nivel demasiado apreciado y por demasiado tiempo, durante años, para caer en lo que algunos economistas presentan como su principal argumento escéptico sobre un futuro positivo para América Latina, ya que vienen recurriendo a los mismos mecanismos que utilizaron en el pasado: la devaluación.
A pesar de haber presentado distintos ritmos de crecimiento, y aunque en menor dimensión, las economías latinoamericanas presentan aquel denominador común de monedas fijas y artificialmente apreciadas. La cantidad de Inversión Extranjera Directa que recibió la región estuvo provocando cierto nivel de inflación, y uno de los principales mecanismos para combatirla (u ocultarla como si fuese ese el único origen inflacionario) fueron las apreciaciones cambiarias que estimularan las importaciones, pero que deprimía las exportaciones y la creación de empleo. Ahora, la política será la contraria, depreciarán artificialmente la moneda, pero hasta que llegue el momento en que el empleo y la capacidad exportadora recobren fuerza, la moneda habrá perdido tanto valor que el déficit podría ser incontrolable, es decir, exactamente algunos de los principales problemas que confirman la recaída económica estadounidense.
Artículo publicado en Hoy Bolivia y Los Tiempos.