A través de Thomson Reuters nos enteramos que Bolivia acaba de emitir un bono soberano por $1.000 millones a 11 años. Parecería poco, pero es un muy mal síntoma cuando ya no son los años de la fiesta petrolera y superávit. Una vez más, nos están conduciendo al despeñadero a cambio de una aparente estabilidad de corto plazo.
El país necesita una ingente cantidad de ahorros del extranjero, pero no en forma de endeudamiento, sino de inversión extranjera directa. Para lograrlo hay un muy largo trecho al que desde luego que no están dispuestos. Peor aún, luego de tres años de petróleo a la baja (hoy en su nivel más bajo desde inicios de año y bajando) parecen seguir esperando que rebote así como esperaron a que la lluvia los salvara de milagro.
¿Qué queda? Más endeudamiento y devaluación, y consecuente desempleo e inflación. Por ahora el escenario más optimista es del estancamiento inflacionario de largo plazo. ¡Basta!