A pesar de que la ola recién empieza, bastante se ha hablado sobre las polémicas convicciones y características políticas de Jair Bolsonaro en Brasil, que la prensa ha calificado como populista de derecha o de ultra derecha, por las afirmaciones que ha hecho al menos desde los años 90 respecto de las mujeres, los homosexuales y la delincuencia, o por su manifiesta intención de establecer una alianza con EE.UU.
Sin embargo, el factor que puede estar quedando fuera de la lectura de la gran generalidad de los analistas políticos respecto de la victoria de Bolsonaro en primera vuelta, a la vez que el fracaso de Haddad, el de Dilma y el conjunto del PT, es el protagonismo de quien sería el eventual titular de Hacienda. Mientras se considera que Jair Bolsonaro es de extrema derecha en lo político, en lo económico es de una centro derecha más moderada gracias a quien ha empezado a cobrar un rol que es necesario destacar, sobre todo por la reacción positiva de los mercados sobre los resultados de la primera vuelta, atribuida en gran medida a la impecable imagen que tiene ante ellos: Paulo Guedes.
Paulo Guedes es un reconocido economista de 68 años con estudios de posgrado de la Fundación Getulio Vargas y un doctorado de la Universidad de Chicago. Hizo una fortuna como banquero en BTG Pactual e Inversiones BR, y ahora es mejor conocido como “el gurú económico” de Bolsonaro. La primera vez que se involucró en la política brasilera fue en 1989 para apoyar a Guilherme Afif (hoy en la línea de Geraldo Alckim), elaborando un programa económico liberal como el que se llevó a cabo en Chile por los ‘Chicago boys’.
Como demostró en una entrevista reciente, Guedes tiene un diagnóstico muy preciso sobre lo que ha sucedido en Brasil en al menos los últimos 30 años, pero no con una mirada economicista, sino integral, y proyecta las reformas que propone con una visión de largo plazo. En Brasil se ha intentado todo, pasando por episodios inflacionarios, congelamientos de precios, incrementos desmedidos de los impuestos y tasas de interés extraordinariamente elevadas, y varios experimentos fiscales que llevaron a acumular una deuda insostenible que terminaron siempre en auténticos desastres.
Sin embargo, cree que a pesar de todo esto y de que le ha costado mucho, su país no sólo ha entendido la importancia de mantener un Banco Central independiente para evitar que se repitan los escenarios de hiperinflación por financiar el exceso de gasto público primero con deuda pública y luego con impresión de dinero, y de que ha llegado la hora de establecer de manera decidida un régimen de responsabilidad fiscal.
Ahora, para empezar a poner fin a la profunda recesión brasilera desde 2015, Guedes ha elaborado un plan dirigido a primero realizar un ajuste profundo reduciendo la deuda y recortando el gasto público mediante la eliminación de ministerios, y luego a reformar la estructura económica con la privatización de unas y la eliminación de otras empresas públicas (incluyendo Petrobras y el Banco de Brasil), la implementación de reforma tributaria con recortes y simplificación de impuestos, y la transformación del sistema de pensiones de uno de reparto a uno de capitalización individual.
Además, Guedes entiende perfectamente el rol del Estado de Derecho en la generación de prosperidad de largo plazo, cuando, por ejemplo, afirma que:
La concentración del poder y de los recursos termina corrompiendo la democracia y estancando la economía. Brasil tiene un Estado que interviene en todo, pero que entrega el mínimo y consume el máximo de recursos.
De llegar a concretarse todo el plan de Guedes, Brasil pasaría a convertirse en uno de los nuevos casos emblemáticos sobre lo mínimo que un país debe asumir en materia de reformas estructurales si quiere emprender el camino de la libertad económica y alcanzar el estatus que ha alcanzado Chile, sin ir muy lejos, que muy pronto se presta a ser el primer país sudamericano en alcanzar los $30 mil per cápita.
Por el bien de Brasil, la región y los mercados emergentes en su conjunto, esperemos que si solamente fuera por lo que Guedes quiere y puede hacer con la economía de este gigante dormido, Bolsonaro, bajo el “más Brasil, menos Brasilia,” siga “aprendiendo a ser un demócrata liberal.”