Que la economía no se precipite

Lo primero que llamó la atención en días previos a las elecciones fue la determinación del BCB de modificar el protocolo de los niveles de efectivo a mantener en bóveda frente a posibles corridas. En ese momento la medida solamente podía explicarse porque se trataba de algo relativamente rutinario frente a un incremento generalizado de la incertidumbre, porque observaban un incremento del riesgo sistémico, o porque preparaban el escenario frente a medidas impopulares de algún tipo. Pues tal vez haya sido justamente para lo que ha estado sucediendo desde el 20-O.

La última vez que el BCB modificó los protocolos de efectivo en bóveda, a la vez que estableció el actual tipo de cambio fijo, fue en 2011, cuando las reservas se encontraban alrededor de los $12.000 millones. No mucho más tarde, el BCB dejó de reportar sus habituales cifras semanales que incluyen, desde luego, el nivel de reservas internacionales. El último reporte en su página web data del 27 de septiembre con un nivel de reservas de $7.656 millones, cuando habían caído a mínimos de septiembre de 2008, alrededor de la crisis de Lehman.

¿Cuánto dinero salió del sistema solamente en la semana previa al 20-O y durante la que todavía corre con revueltas y manifestaciones cada vez más intensas en ciudades de todo el país, frente al fraude del que sospecha la misión de la OEA y que denuncia la población, o el golpe de Estado en ciernes del que habla el propio Gobierno? 

Peor aún, este último trimestre suele ser el momento en que mayores operaciones se suele realizar, entre otras cosas por fin de mes, vencimiento de plazos impositivos, etc. además de que el caso BNDES-Prodem ha añadido su propia dosis de incertidumbre. Entonces, si es que se lo está haciendo, ¿cómo están manejando una posible caída abrupta de la liquidez frente al incremento desorbitado del riesgo y la incertidumbre?

Durante mucho tiempo y hasta hace sólo algunos días atrás, mientras el ritmo de caída de reservas entre 2013 y 2018 fue de $1.200 millones cada año, y aún cuando en 2019 cayeron $1.200 solamente hasta septiembre, la pregunta clave era qué cálculo habían hecho las autoridades sobre el nivel óptimo de reservas que el BCB debía cuidar solamente para sostener el actual tipo de cambio fijo, ya ni siquiera para hacer frente a eventuales corridas, pero luego del 20-O ya todo depende sólo de la confianza que el público todavía tenga en el Gobierno y sus dependencias y el propio sistema.

Quién sabe cuánto daño se ha hecho a la economía solamente en las últimas dos semanas cuando el cuadro ya era delicado, pero, en fin, al menos por el momento, aún hay margen para tomar los recaudos y previsiones para la protección de activos de largo plazo que tanto he venido recomendando frente a la pérdida de seguridad jurídica. Por lo pronto los bonos soberanos de más largo plazo de Bolivia han sufrido una notable caída y Fitch Ratings pronostica un crecimiento de 2.8% del PIB para 2020. Esperemos que todo termine pronto y en paz.