El comportamiento de todos los activos en 2018 ha sido particularmente malo, mientras en 2019 ha sido particularmente bueno, pero ¿qué esperar y hacer este año?
Aunque las tensiones con el Brexit y la guerra comercial entre EEUU y China se han disipado, el gasto público global y la deuda siguen incrementándose, la monetización masiva de deuda de los bancos centrales no para, y los mercados en general están muy caros, sobre todo en EEUU.
En todo caso, por un lado, el mayor temor parece centrarse en lo que depare ya ni siquiera el actual proceso de impeachment contra Trump, sino las elecciones en EEUU. Y por el otro lado, la japonización de la economía de la Eurozona, donde ya ni Alemania es fuerte.
Por cómo va la economía de EEUU, y mientras no suceda ninguna corrección marcada en bolsas, la reelección de Trump parece ser inminente, y en consecuencia, podría por fin verse algún recorte del gasto (y del déficit), así como una segunda ola de recortes de impuestos. Veremos.
Muchos perdieron bastante temiendo que la supuesta burbuja bursátil fuera a explotar por fin, y buscaban cualquier elemento detonante, pero las bolsas mundiales han cerrado 2019 con una rentabilidad del ¡28%! (MSCI World), y a pesar de la mayor represión financiera global nunca.
Es cierto que hay muchísimo flujo de dinero de los bancos centrales que aún monetizan deuda a mansalva, pero nadie sabe si es demasiado o no. El debate, finalmente, queda en el ámbito académico, pero, en el entretanto, quien busca rentabilidad no debe dejar de aprovechar el auge.
En este sentido, dado que, al menos por ahora, las bolsas volverán a convertirse en la única opción rentable del año -y no por eso una mala, necesariamente-, y muy a pesar de la volatilidad que también se espera.
¿Dónde hay oportunidades, sin que signifique garantía absoluta? La tecnología está superando como con 6 o 7 puntos de rentabilidad a todo activo tradicional de valor. Por ejemplo, hoy mismo hay una explosión de generación de información, de datos que han convertido a las empresas que los administran, y que ya eran de muy alta calidad, en grandes o incluso extraordinarios generadores de valor, que pagan por dividendo el 3%, 4%, 5%: Apple, Tencent, Microsoft.
Pero no sólo eso. El inversor de renta variable de largo plazo tiene el desafío de encontrar empresas que cuyos directivos saben que en los próximos 10 años los negocios cambiarán más que lo que lo hicieron en los últimos 50, y diferenciarlas de las que es seguro que no lo harán.
En suma: mantenerse invertido preferiblemente en bolsa; salir de renta fija (ya ni Alemania a 10 años paga lo que vale), y entrar en renta variable a largo, fundamentalmente tecnológica; eso sí, con mucha cautela y foco en la actividad fundamentalmente de los principales bancos centrales.