Cerramos el segundo trimestre de 2020. Es momento de evaluación y perspectivas.
1. Economía Internacional
Lo peor de la pandemia parece haber empezado a pasar, al menos a juzgar por lo que se observa en las principales ciudades europeas que han sido más castigadas por el virus. Se observa a la gente asistiendo a restaurantes al aire libre, ya ni siquiera utilizando barbijo, yendo en masa a la playa y, por tanto, observando el reinicio de la actividad en determinados sectores de la economía. Aunque, sin duda, aún falta mucho para cantar victoria.
Con todo esto, y luego de un tiempo, ya se puede empezar a hacer evaluaciones para concentrarse mucho más en lo importante que en lo urgente, a pensar en que si hay un rebrote del Coronavirus sería necesario volver al confinamiento forzoso e indefinido, el cierre del espacio aéreo y demás. Eso por el lado del tratamiento de la crisis de la pandemia.
Y por el lado de la administración de la crisis económica derivada de la administración del virus, los gobiernos en su conjunto han actuado tarde, mal y con altas dosis de pánico, improvisación, y con el falso argumento de que la principal característica de la pandemia es que se ha tratado de un gran fenómeno de «cisne negro», es decir, de un evento altamente improbable pero de gran impacto, cuando, en realidad, se trataba de un problema perfectamente previsible.
El problema fue que tanto la OMS, como el gobierno chino y quienes siguieron ciegamente sus recomendaciones, primero minimizaron el impacto del problema y luego forzaron a la ciudadanía, que les había confiado su seguridad, a asumir pérdidas mucho mayores a aquellas que hubieran tenido que asumir si los gobiernos hubieran actuado de manera oportuna.
¿Cuál es la principal característica de las políticas económicas con las que reaccionaron la grandísima mayoría de gobiernos? Pues, al unísono, se ha escuchado nuevamente «es momento del retorno de las políticas keynesianas», como si Keynes se hubiera ido en algún momento al menos desde fines de los 70 con Jimmy Carter. Pero eso es lo que se ha hecho, se ha aplicado políticas con estímulos típicamente keynesianos, tanto monetarios como fiscales, para estimular la demanda, para un problema que empezó primero como un shock por el lado de la oferta.
2. Estados Unidos
¿Qué es lo que se ha observado en este sentido? Quien ha liderado esta política ha sido EEUU. Por un lado la Reserva Federal volvió a cortar tasas de interés y volvió a su masivo programa de QE, pero esta vez de manera ‘ilimitada’. Se ha puesto a monetizar deuda y comprarlo absolutamente todo -menos acciones de empresas en bolsa de manera directa-, y ahora acaba de empezar a comprar deuda, bonos de 750 empresas estadounidenses como Apple, ExxonMobile, Walmart, etc. Y por otro lado se ha visto al IRS enviando cheques de hasta $1.200 dólares a cada ciudadano americano, incluso a personas fallecidas.
¿Esto está funcionando? En absoluto. Está generando, así como lo ha estado haciendo al menos desde la crisis de 2008, estancamiento inflacionario, estanflación, está zombificando la economía.
Hay que pensarlo de esta manera: la economía real global ya venía sufriendo una desaceleración importante en 2019, y sufrió el shock de oferta de la pandemia, la gente no podía salir de sus casas a producir, si no puede salir a producir y la misma cantidad de dinero se mantiene, la economía se re-acomoda. Unos precios subirían y otros caerían. Pero creando dinero de la nada como lo hace la Reserva Federal para inyectar a la economía busca que los precios en general no caigan, porque interpreta que eso es lo deseable. Lo que está haciendo es distorsionar el mecanismo natural de precios para que la economía pueda, a través de estos, reasignar recursos de unos sectores donde la demanda ha caído, hacia otros donde ha subido.
Y en este problema de permitir a la economía reasignar recursos de la manera más rápida y eficiente posible, la operativa se termina convirtiendo en un programa de ‘rescate’ indiscriminado de empresas que no merecían sobrevivir ya desde hace años, e impidiendo que otras nuevas puedan surgir ante una nueva realidad, solucionando nuevos problemas.
Esto no puede terminar bien. No se cuándo, pero no puede terminar bien.
3. España
España es uno de los casos que mejor ilustran la manera en que no debió administrarse la crisis. España ya venía arrastrando serios problemas con la inestabilidad política primero, y luego con el incremento del gasto, disparando el déficit, pretendiendo incrementar impuestos, ahuyentando el capital privado, implementando reformas laborales que agravaron la anterior crisis crisis etc.
Y ya con la crisis de la pandemia se ha visto además controles de precios, confiscación de material sanitario, amenazas de expropiación, etc. que solamente han agravado aún más las condiciones para salir de la crisis lo antes posible.
De hecho ya ven cómo se va Nissan, cómo se va Airbus, y sobre todo cómo se ha registrado una fuga de depósitos de ya casi €25.000 millones hacia refugios fiscales como Luxemburgo.
Con todo esto, se espera una recesión de casi el 13% en 2020 y así España se parece cada vez más a América Latina que al resto de la Unión Europea. Menos mal tienen el euro y no pueden devaluar la peseta como quisieran al más puro argentino.
4. Economías emergentes
Muchos se han apresurado a decir que esta crisis es una gran oportunidad para el mundo en desarrollo o, de manera más concreta, para las economías emergentes, porque, así como en con la última crisis de Lehman, cuando los grandes capitales encontraron más rentabilidad que refugio en estas economías, (porque el riesgo que asumieron ha sido entre 3 y 4 veces más alto), volverá a suceder lo mismo.
La realidad es que los grandes capitales no están volviendo, o al menos de la manera en que lo hicieron en el pasado, fundamentalmente porque al no haber hecho previamente sus deberes, están aplicando, como dijimos, políticas típicamente keynesianas que redundan en el incremento del gasto, del déficit, de la deuda y hasta devaluaciones muy grandes que obliga a sus ciudadanos a abandonar la moneda local para refugiarse justamente en el dólar.
Habrá mucho más que ver en este sentido en la segunda mitad del año.
5. Bolivia
Al inicio de la crisis se proyectó que Bolivia sufriría una recesión del 3,4% en 2020, y solamente tres meses después se ajustó las previsiones; la recesión sería del, -5,9%. Me sigue pareciendo relativamente optimista, sobre todo por los problemas que se observa con el nivel de reservas del BCB, la presión sobre el tipo de cambio, y la improvisación de las autoridades sobre el sistema bancario y financiero, que pronto podría terminar siendo el gran protagonista de la crisis.
El verdadero problema vendrá cuando toda la cartera diferida entre en mora o se reprograme; las malas buenas intenciones pueden terminar provocando problemas todavía mayores. Esperemos que no suceda.
Más allá de los detalles, y de algunos ajustes relativamente cosméticos que se ha hecho hasta el momento, lo que verdaderamente importa aquí es que se ha implementado un programa típicamente keynesiano de “obras con empleos” para el día después de la cuarentena con el mal argumento de que “es lo que están haciendo todos los países”, o de que “lo está haciendo EEUU”.
Esto no se traduce en que el modelo de libreto de estímulo de la demanda agregada interna de los últimos 15 años, que ya demostró su agotamiento más que sobradamente -porque ya no hay manera de continuar con su financiamiento-, sigue intacto, y en la medida que no haya ajustes y reformas, no habrá salida amable de la crisis.
Las consecuencias de persistir en esto, en el mejor de los escenarios es, como ya lo adelantamos con otros casos, zombificar la economía, generar estanflación.
6. Perspectivas tercer trimestre, segundo semestre
La forma que va a tener la recuperación, si será en forma de V, U, L o W (en todo caso podría ser en forma de W, por las consecuencias que podría traer el sobre-estímulo de la economía), no tendrían por qué importar tanto como si la recuperación será más robusta y sólida. Es preferible que una economía crezca al 3,5% de manera sana y sostenida, que al 20% para caer rápida y nuevamente en recesión. Eso hace muchísimo más daño. Y para eso no se requiere otra cosa más que flexibilizar la economía con políticas de libertad económica orientadas a la oferta, la competencia fiscal, una moneda fuerte, etc.
¿Qué veo? Pues todo lo contrario a lo que humildemente recomiendo: más guerra comercial, más guerra monetaria, más deuda, más déficit, más crédito artificialmente barato, más deterioro del sistema monetario internacional, más inflación.
¿Donald Trump será reelegido? Es lo más probable a pesar de todo, y más aún porque el Partido Demócrata no tiene a Joe Biden como el mejor adversario posible ahora mismo.
¿Qué pasará en Bolivia? Esta vez me reservo algunas ideas.
7. Qué hacer: mercados, fondos
Como muchos saben el objetivo es orientar a los clientes a adoptar estrategias que alejen sus preocupaciones. Se ha visto fuertes y rápidas caídas en marzo, hemos visto cómo el petróleo tocaba los $-40, pero también hemos visto cómo se ha registrado un repunte impresionante de los mercados entre abril y mayo, unos de manera más justificada que otros, porque, en términos generales, el gran rebote responde fundamentalmente a los estímulos sin precedentes de la Fed, que, como ya dijimos, lo está comprando absolutamente todo menos acciones de empresas de manera directa.
¿Qué posiciones se está adoptando? Pues en lo que más y mejor se ha recuperado: renta variable estadounidense en el Nasdaq en general y las FAANG en particular; también posición en commodities y empresas de commodities a largo plazo, (que han sido muy, pero muy castigadas incluso a niveles de 1990 o 1970), y activos defensivos para que el portafolio no explote, como metales preciosos como plata y oro físico.
Por si fuera poco -y para terminar- estamos trabajando de manera cada vez más estrecha con gestores de fondos de inversión independientes excepcionales que, mientras todo el mundo pierde al menos un 20%, ganan ya un 49% en lo que va del año.
Es todo por ahora. La próxima nos damos una vuelta un poco más detallada por América Latina, que lo amerita. Mucho ánimo y a seguir cuidándose.
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