La República centroamericana de El Salvador y el gobierno de Nayib Bukele han vuelto a ser noticia esta semana no sólo por las fuertes caídas de Bitcoin en anteriores días (50% desde sus máximos en noviembre), sino porque el FMI ha instado a su presidente a abandonar Bitcoin como moneda de curso legal.
Así como hemos anotado en anteriores oportunidades, el problema con el FMI es más complejo que Bitcoin (incluye los acuerdos que previamente incumplió con EEUU, por ejemplo), sino que Bukele pretende engañar a todo el mundo con los proyectos que rodean a esta crypto porque ya lleva un tiempo buscando financiamiento, porque se niega a recortar su creciente gasto a manos llenas, y ahora pretende reelegirse para seguir alimentando su egolatría.
Para tener mayor precisión, el problema con Bukele, Bitcoin y Chivo en El Salvador no ha cambiado, pero hay que insistir. Bukele ha gastado a manos llenas, tiene un déficit fiscal del 7,6% del PIB y una deuda del 85% del PIB, y se rehúsa a realizar recortes de cualquier tipo, porque, además, ya está buscando la reelección.
De hecho, a partir del momento en que Bukele promulgó la Ley Bitcoin, la percepción del riesgo país es cuatro veces peor. Los CDS a cinco años de El Salvador se han más que cuadruplicado hasta los $1,800 la anterior semana.
Es decir, el cuadro macroeconómico antes de la Ley Bitcoin ya era malo, pero luego fue mucho peor. Afortunadamente la economía está dolarizada, o Bukele ya hubiera devaluado la moneda local hace mucho como mecanismo de financiamiento inflacionario.
En su desesperación por conseguir financiamiento, le da igual si tiene que arrimarse a Trump o Putin y Xi Jinping, o incluso el FMI por $1.300 millones a cambio de absolutamente nada.
Más aún, Bukele ha recurrido a empresas privadas del exterior -quién sabe si por concurso de méritos- para elaborar un nuevo proyecto de financiamiento: la creación de la Chivo Wallet, una billetera de propiedad del gobierno salvadoreño, que ni siquiera funciona correctamente.
A pesar del escepticismo de los salvadoreños, tanto de los 7 millones que residen en El Salvador, como para los 3 millones que envían remesas, Bukele ha decidido crear una serie de incentivos no solo para ellos, sino para cualquier otro ciudadano que quiera invertir e incluso residir allá.
Además -y aquí es donde empiezan los mayores problemas pata Bukele con su proyecto- decidió hacer de Bitcoin no sólo una moneda de curso legal en El Salvador -cualquier liberal se opondría que el Estado tenga cualquier tipo de control sobre cualquier oferta de mercado-, sino también de curso forzoso.
El problema con que Bitcoin sea una moneda de curso forzoso es que Bukele está obligando a los salvadoreños a correr con riesgos que de otra manera no serían posibles: invirtiendo en la defectuosa Chivo, en la volatilidad de Bitcoin, y en la infraestructura de Bitcoin City (no es la primera vez que un político propuso cosas similares) en la base del volcán Conchagua, con cuya energía también pretende minar esta crypto.
¿Qué proyecto de iniciativa estatal puede funcionar si se obliga a la ciudadanía a adoptarlo, por más que de la manera más contradictoria posible se establezcan determinados incentivos? Hasta aquí el proyecto solamente les ha servido a algunos extranjeros fanáticos, no a los salvadoreños. Esa es la verdad.
Para seguir con los problemas, Bukele decidió -con el añadido de que acosa de manera permanente al Legislativo- utilizar los pocos fondos públicos que le quedan no sólo para invertir en Chivo, sino además para comprar bitcoins: así ha perdido $22 millones en solo unos meses, con el infantil mantra “BTFD”.
Si a Bukele le urge financiar su desbocado gasto, ¿por qué -si fuera tan liberal como se lo considera- no recortó el gasto público de manera decidida, simplemente? Además pierde todo lo que invierte. Si al menos fuera su dinero, tendría sentido que se hiciera al gracioso.
Pero además me ha preocupado siempre la premura con la que Bukele pretende seguir con este circo: ¿Chivo tendrá todos los dólares que los salvadoreños y demás usuarios demandarán en cualquier momento si quieren vender sus bitcoins al mismo tiempo?
No, Bukele se habrá financiado antes con la lógica de la -digamos- reserva fraccionaria o -también digamos- el descalce de plazos (depósitos de largo financiando depósitos de corto) inherente de Chivo. Por eso insiste tanto en decir que no habrá comisiones por su uso, por ejemplo. Chivo es un banco ordinario que busca depósitos con los cuales financiarse de la misma manera en que lo hace cualquier otro banco comercial alrededor del globo, aunque opera con Bitcoin, y también con dólares, inevitablemente.
Caso contrario, ¿cuál sería la idea detrás de la creación de Chivo? ¿Por qué no simplemente deja que quien quiera pueda invertir en El Salvador con contratos denominados en Bitcoin? Le interesa financiarse por medio de Chivo e impuestos (no tienen que ser nuevos necesariamente) denominados en Bitcoin.
En definitiva, lo que Bukele realmente quiere es financiamiento… ¡en dólares!
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