Uno de los diarios más leídos en Bolivia acaba de publicar algunos extractos de una entrevista de Álvaro García Linera con RTP. Lo que ha dicho no podía haber llegado en mejor momento ni de mejor manera, porque ilustra el momento y la nueva etapa por la que el país y su economía empiezan a atravesar, que podría ser incluso peor de lo que tanto he advertido.
Por ejemplo, García Linera ha dicho: “No hay dinero para que nos preste el FMI, no hay dinero para que nos preste el Banco Mundial. El dinero tiene que salir de acá. Hay dinero en pocas manos, en los muy ricos y en esos empresarios que han sacado su dinero”.
Además agregó: “Yo le apostaría a los impuestos a los ricos, aumentaría impuestos a los muy ricos. Tienen que pagar más impuestos; a la banca, tienen que pagar más impuestos, están pagando bastante, pero pueden pagar más, y amnistiaría a los que tienen su dinero en los paraísos fiscales”.
Y finalmente: “De Bolivia debe haber $3.000, $4.000, $5.000 millones en paraísos fiscales. Plantearía amnistía para que los empresarios lo regresen e inviertan donde quieran, pero cuando pase la amnistía, si no repatriaron ese dinero, les caigo con expropiaciones”.
Pero cuidado con las equivocaciones. Esto es algo que ya sucedió en Argentina con el gobierno de Mauricio Macri, cuando necesitaba financiamiento urgente y se rehusó a realizar el ajuste que, por temor a que así le prendería fuego al país, de todas maneras tuvo que aplicar después, aunque en mayor proporción.
Lo que sucedió fue que Macri planteó un incentivo no para la repatriación de capitales, sino para su blanqueo. Es decir, todo argentino que tuviera cuentas en el exterior -paraísos fiscales incluidos-, estaría temporalmente exento de una porción del impuesto a la riqueza -llamémoslo así.
Los más ricos creyeron en Macri, y junto con el blanqueo hubo muchos que incluso repatriaron sus capitales. Otros pocos no lo hicieron creyendo que podían salirse con la suya, pero terminaron perdiendo como en la guerra blanqueando sus cuentas de todas maneras, pagando impuestos y además sufriendo sanciones.
Aparentemente ya se había realizado el ajuste necesario que Macri trató de evitar en un principio. Amigos míos entendidos en la materia me aseguran que Macri estuvo a punto de convertirse en héroe nacional, pero los errores anteriores terminaron pesando demasiado, el tiempo no le alcanzó para las PASO de 2019, cuando, al día siguiente, sufrió una espectacular corrida que tuvo que tratar de defender con el préstamo de $61.000 millones que le hizo el FMI.
Fue así que la última medida de Macri al dejar el gobierno fue la imposición de nuevos cepos y el retorno del ‘dólar blue’ de la era K que tanto había criticado, pero el problema mayor fue que Macri no fue reelegido, dejando todo el capital privado que se había repatriado servido para la voracidad fiscal del peronismo kirchnerista.
En todo caso, la clave de todo este asunto es que, a diferencia de Bolivia, Argentina firmó los acuerdos del FATCA con Estados Unidos y del Common Reporting Standard (CRS) con la OCDE como uno de los requisitos para recibir fondos del FMI, es decir, que estableció los acuerdos para aplicar el intercambio automático de información financiera y fiscal.
Bolivia es uno de los pocos países en el mundo que desde 2016 no ha firmado ninguno de estos acuerdos (y nadie necesita que aborde en detalle los motivos por los que esto es así), entonces existe una pequeña ventana de oportunidad para dotar de cierta confidencialidad a las estructuras legales que se monten en el exterior para proteger altos patrimonios.
Eventualmente, Bolivia, con o sin el MAS todavía en el poder, tendrá que firmar los acuerdos del CRS con la OCDE, o recibirá sanciones para intensificar su aislamiento internacional. Por tanto, aunque resulte inevitable blanquear lo que uno pueda tener en jurisdicciones tanto onshore como offshore, con seguridad que es preferible pagar impuestos por el capital que inevitablemente se sabrá que uno tiene en el exterior, antes que tener que sufrir expropiaciones del 100% del capital que pudo expatriar cuando pudo.
Entonces, como decía, esto no pudo pasar en mejor momento ni de mejor manera. La advertencia está hecha.
2022 será un año muy distinto
2022 trae los desafíos del inicio de la recuperación en W
¿Finalmente habrá rotación de growth a value en 2021?
¿Qué está pasando (o dejando de pasar) con el value investing?
Cómo los millonarios chilenos están encarando hoy el riesgo político
La huida hacia activos reales: el vínculo entre el ciclo económico y el value investing