Para Colombia, el primer semestre ha traído mucha volatilidad. El peso colombiano cerró este período en un mínimo histórico de $4.280 debido no sólo a los riesgos crecientes de una recesión global, donde los precios del petróleo -la mayor exportación del país- han empezado a bajar para tener menor recaudación y, por tanto, tener mayor margen de maniobra fiscal, que ha sido un problema de las cuentas públicas al menos durante los últimos dos años, sino también por la incertidumbre desde el ámbito político.
El hecho de que Gustavo Petro, el primer izquierdista en ganar la presidencia de Colombia, que va a asumir el cargo el 7 de agosto, ha provocado que la moneda nacional haya perdido casi un 9% de su valor, y su desempeño haya sido el peor en los mercados emergentes después del rublo ruso. En junio, la inflación se aceleró menos de lo esperado, un 9,67% con respecto a un año antes, pero sigue siendo elevada.
Asimismo, esta es la manera en que se han estado comportando los bonos colombianos.
Entre otros aspectos, Petro se ha propuesto impedir mayores inversiones en el sector petrolero, acabar con la extracción petrolera en un país petrolero, nacionalizar el sistema privado de pensiones y retornar a antiguo sistema de reparto para financiar su ambicioso programa de gasto público.
Es por esto que la reacción de los mercados ha sido negativa ante la victoria de Petro, provocando que los riesgos se vean ilustrados en los rendimientos de los bonos colombianos, y una severa caída de la cotización internacional de Ecopetrol.
Para tratar de calmar a los mercados y los capitales más granes, Petro nombró a José Antonio Ocampo, reconocido profesor de la Universidad de Columbia y exbanquero central, como su ministro de Hacienda.
Sin embargo, Ocampo no tiene el mejor de los registros como funcionario público luego de haber sido ministro de Ernesto Samper en los años 90: cerró con 18,7% de inflación, desempleo de 15%, un crecimiento del 0.6% del PIB y cuantiosos déficits externo y fiscal.
Además, en vez de enviar señales alentadoras, Ocampo ha afirmado que pretende recaudar 50 billones de pesos ($11.700 millones) de ingresos adicionales con una reforma tributaria (léase incremento de impuestos) para reducir el abultado déficit fiscal, pero también incrementar el gasto social.
De esta manera, el peso colombiano superó los $4.600, convirtiéndose en la moneda más depreciada del mundo hasta mediados de julio, mientras Gustavo Petro pide a la ciudadanía desde sus redes sociales no apostar contra la deteriorada moneda nacional o refugiarse en el dólar.
Después de crecer un 10,7% en 2021, se espera una desaceleración durante 2022 debido al aumento de la inflación y tasas de interés más elevadas, pero también por la creciente incertidumbre generada desde el ámbito político y las reformas estructurales que Gustavo Petro piensa introducir. Por eso se espera que el PIB crezca un 5,1% en 2022, y un 2,9 % en 2023.
Gustavo Petro llegará a la Casa de Nariño el 7 de agosto.