Honestamente, nunca antes había visto que un gobierno como el de Joe Biden se aferre tanto como a un clavo ardiendo, a un tecnicismo para tratar de manipular a la opinión pública sobre la realidad de la economía de su país, probablemente para salvar a su partido de las próximas elecciones el 8 de noviembre.
Insisto, nunca había visto cómo las principales cadenas de televisión y principales analistas macroeconómicos y de inversión son invitados a discutir en vivo si el país con la primera economía del mundo se encuentra en una crisis económica o no, indistintamente de que haya entrado o no en recesión técnica o de acuerdo a la gaseosa definición del NBER. Es simplemente patético, pero sigamos.
Digo gaseosa porque la definición del NBER reza así: “a significant decline in economic activity that is spread across the economy and that lasts more than a few months”. Primero, ¿cuál es la definición de “significant decline”, y cuál es la de “few months”.
Como sea, el NBER todavía no se ha atrevido a hablar de recesión debido fundamentalmente a que el empleo sigue creciendo, pero las últimas 10 veces que EEUU tuvo, según la definición técnica y concreta según Harvard Business School y Julius Shiskin desde 1975, dos o más trimestres consecutivos de crecimiento negativo del PIB real, la economía estaba en recesión. Solamente hubo una excepción: 1947.
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Más aún, el hecho de que ahora el epleo siga creciendo no quiere decir absolutamente nada, pues durante la recesión de 1973 a 1975 el empleo siguió creciendo durante 8 largos meses antes de comenzar a caer.
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Y todo apunta a que la economía de EEUU va por ese camino considerando algunos indicadores adelantados. Las nuevas solicitudes de ayudas por desempleo han alcanzado las 251.000 a mediados de julio.
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Otro indicador adelantado muy importante es el S&P Global US Composite PMI de julio, que se ha ubicado por debajo de los 50 puntos señalando una sólida contracción en la producción del sector privado.
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En el mismo sentido, con seguridad que seguirá habiendo mucha inflación para ejercer presión a la economía para que el NBER finalmente termine identificando y reconociendo la inflación.
Por ejemplo, si se utiliza el método del IPC de los años 80, dado que lo primero sobre lo que empezaron a mentir era sobre la inflación, se puede ver que los niveles que alcanza son verdaderamente escandalosos: ¡18% anual! A inicios de aquella década Paul Volcker incrementó las tasas desde al 20% por niveles de inflación inferiores a los actuales.
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Muy bien, ¿y qué tan atrasada está la Reserva Federal con el ritmo y niveles de incremento de tasas de interés para controlar el IPC real? Pues EEUU todavía tiene tasas de interés reales negativas. Es decir, a la Fed le queda un largo camino por recorrer si quiere ponerse seria en el control de la inflación.
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En todo caso, y aparte de que tenga sus propios indicadores internos, lo interesante será preguntarse cuáles serán las decisiones que vaya a tomar la Reserva Federal cuando el NBER finalmente se atreva a hablar de recesión, ¿empezará nuevamente a recortar las tasas de interés y expandir todavía más el tamaño y deteriorar la calidad de su balance?
Mi apuesta -y no desde ahora, sino incluso desde antes de la pandemia- es que en este escenario tendremos bajas tasas de interés y altas tasas de inflación de manera simultánea durante mucho tiempo, y por tanto, también un crecimiento económico muy disminuido durante demasiado tiempo.
Estados Unidos entra oficialmente en recesión, aunque Joe Biden lo niegue