Gestionar la transición de la riqueza generacional es un desafío que se cierne sobre las familias adineradas en el siglo XXI. Se estima que la enorme cifra de $84 billones (trillions) cambiará de manos hasta 2045, a medida que los baby boomers (nacidos entre mediados de los 40 y mediados de los 60) se preparan para legar sus propiedades, tierras, negocios, acciones y bonos a las generaciones más jóvenes de la Generación X (nacidos entre mediados de los 60 y principios de los 80) y los millennials (nacidos entre principios de los 80 y mediados de los 90).
En medio de este traspaso de riqueza, muchos generadores de riqueza y creadores de fortunas se encuentran observando la mesa familiar y se preguntan si sus hijos y nietos están verdaderamente preparados para heredar semejante valor acumulado de activos. De hecho, una reciente encuesta realizada por el Bank of America revela que solo el 51% de los padres con activos disponibles para invertir superiores a los $3 millones creen que sus hijos están adecuadamente preparados para asumir esa responsabilidad.
Entonces, el primer paso hacia un traspaso exitoso de riqueza generacional reside en la mente de quien ha creado la riqueza y es líder de la familia, para lo cual, antes de centrarse en la gestión de la riqueza generacional dentro de una familia, los inversores deben comprender cómo perciben y se relacionan personalmente con la idea de la riqueza.
En su libro “Strangers in Paradise: How Families Adapt to Wealth Across Generations,” James Grubman se basa en la psicología transcultural para destacar la importancia de la integración saludable cuando una familia adquiere riqueza. Al igual que las familias de ingresos bajos o medios que se convierten en ricas, quienes migran a la “tierra de la riqueza” tienden a adoptar tres estrategias de adaptación: vergüenza, complacencia e integración. Grubman sugiere que las personas que ingresan al “terreno de la riqueza” se dividen en tres etapas o categorías (que también hemos matizado un poco).
1. La vergüenza y culpa de ser rico
Muchas veces, quienes obtienen riqueza temen perder partes fundamentales de su identidad o herencia si abrazan un estilo de vida más acomodado. Al igual que los inmigrantes que no aprenden el idioma, se aferran a sus antiguas costumbres y rara vez se relacionan con los nativos de su nuevo país, aquellos que evitan la riqueza se aferran firmemente a su identidad de clase media. Muchas veces uno no desea que otros sepan sobre sus origenes relativamente más humildes.
Un cierto grado de preocupación por preservar valores y relaciones entre los recién ricos es apropiado. Sin embargo, esto se convierte en un problema cuando las personas ocultan su riqueza incluso a sus propios hijos porque sienten culpa o miedo, cuando en realidad la han adquirido legítimamente y, aunque siempre es mejor la discreción por distintos factores, también hay formas de asumir cambios de estilo de vida.
Este comportamiento puede conducir a distintos conflictos familiares, ya que los hijos de quienes ocultan o niegan su riqueza pueden descubren la riqueza de sus padres solamente hasta bien entrada su vida adulta, lo que genera sentimientos de dolor y traición, hasta de resentimiento. También se enfrentan a la gestión de una gran riqueza sin haber aprendido conceptos económicos básicos y habilidades financieras suficientes. Cuando quienes niegan su riqueza fallecen, “el miedo y el dinero se entrelazan estrechamente y se transmiten como una sola herencia”, advierte Grubman. Como resultado, la próxima generación está en riesgo de perder la riqueza familiar.
En este sentido, existen distintas maneras de reconocerse como un negador. Por ejemplo, si uno cree en estereotipos negativos sobre los ricos, si uno teme que aceptar que es rico y cambiar el estilo de vida de manera congruente a uno lo convierten en alguno de esos estereotipos negativos, o si existe el temor o vergüenza de que la riqueza lo convierta a uno en un objetivo potencial y permanente de fraudes, estafas o envidias hostiles.
2. La complacencia de los ricos
Esta estrategia de transición implica un rompimiento total con el pasado y la adopción de lujos disponibles en el terreno de la riqueza. Quienes se asimilan como ricos de forma complaciente o con un exceso de confianza de que no existen riesgos para sí mismos y su riqueza.
A diferencia de los negadores, quienes a menudo retienen su dinero y se sienten inseguros, los complacientes experimentan una sensación emocional de seguridad y libertad. Sin embargo, también corren el riesgo de gastar más allá de los límites de la riqueza que disfrutan.
Al igual que los hijos de quienes tienen vergüenza de su riqueza y la ocultan o niegan, los hijos de quienes se asimilan complacientemente como ricos rara vez encuentran ejemplos positivos de una gestión exitosa de la riqueza. Las habilidades cruciales para gestionar la riqueza familiar a lo largo de distintas generaciones, como comparar una compra con su presupuesto, también se pierden entre los complacientes.
De esta manera, también existen distintas maneras en que uno puede reconocerse como alguien que es complaciente con su riqueza. Por ejemplo, si uno cree que el dinero es signo de éxito, poder o prestigio, si le emociona la idea de aceptar su riqueza e identificarse como rico, o incluso si se exagera en los intentos de evitar que los demás descubran su pasado humilde.
3. Integrar las vidas pasadas con la nueva
La integración es la estrategia más efectiva, pero también la más desafiante para la transición hacia una vida de rico. Implica mantener los valores y habilidades de clase media más útiles y preciadas, al tiempo que se está abierto a aprender nuevas formas de vida que son únicas para los ricos.
Los integradores hablan abiertamente con sus hijos sobre su riqueza y los involucran en decisiones financieras. Quieren aprender y modelar constantemente las habilidades financieras necesarias para gestionar la riqueza. Sienten una sensación de continuidad pacífica entre la tierra o incluso el barrio que dejaron atrás y el que nuevo que han abrazado. Se centran en ayudar a sus hijos a comprender cómo disfrutar de la riqueza y preservarla al mismo tiempo sin renunciar a los valores más importantes que le inculcaron en su hogar.
Algunas de las formas que ayudan a identificarte como un integrador tienen que ver con algunas prácticas como no hacer mucho caso a los estereotipos sobre las personas adineradas, que la idea de riqueza no te provoca una respuesta emocional significativa o que las emociones sobre ser rico no afecten tus decisiones más importantes, y si tienes una idea clara respecto de una sana continuidad entre tu pasado y tu presente, asumiendo tu nueva vida sin dejar de lado tus valores y las personas que más quieres de tu anterior estilo de vida.
Superar tanto la negación como la complacencia
Ninguna de las tres estrategias anteriores son mutuamente excluyentes. Puedes encontrar que te desplazas entre ellas con el tiempo. Idealmente, te establecerás en una vida donde las partes de tu pasado que valoras más se integren bien con las partes de tu nueva vida que te brindan felicidad y seguridad. Para lograrlo, a veces será necesario liberarse tanto de la negación como de la complacencia.
En este sentido, las mismas cosas que ayudan a los negadores son las que ayudan a las personas con ansiedad. La seguridad financiera no puede ayudar con la negación porque el problema no es necesariamente el dinero en sí mismo, sino, como diría Morgan Housel en The Psychology of Money, en cómo nos comportamos en relación al dinero y la riqueza.
Los complacientes necesitan aprender a disfrutar de los beneficios de la riqueza mientras mantienen la moderación. Identificar actividades y cosas no relacionadas con el dinero que brinden satisfacción puede ser un buen comienzo. Aprender sobre la administración del dinero y adquirir hábitos de moderación para los hijos contribuirá en gran medida a ayudarlos a mantener la riqueza una vez que la hereden.
Hay muchas recursos disponibles para quienes hacen la transición hacia la riqueza, como los conceptos económicos básicos del liberalismo clásico o el más moderno sobre la economía y las finanzas personales. Ese puede ser un muy buen punto de partida.
Por último, paciencia por sobre todas las cosas. El proceso de transición exitosa hacia la riqueza puede llevar varios años. Por ejemplo, la principal característica de alguien como Warren Buffett como un inversor verdaderamente exitoso durante tres cuartos de siglo es que tiene una extraordinaria habilidad para invertir, pero su gran secreto es hacer que el tiempo juegue a su favor.
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