Es correcto decir que las recientes sanciones de EEUU contra Bandes de Venezuela y sus filiales en Bolivia y Uruguay, no afectan al patrimonio ni liquidez, al menos la de Prodem, y por tanto, tampoco a las transacciones locales de sus clientes, aunque sí a sus transacciones en dólares con el exterior, es correcto. Sin embargo, no es suficiente. Para entender la dimensión que pueden alcanzar, resulta imprescindible saber cuáles podrían ser los efectos colaterales posteriores en el marco de las reformas en el sistema bancario y financiero internacional durante la última década.
El primer efecto inevitable de esto es la rebaja de calificación de riesgo sobre Prodem, y dado su tamaño, también sobre el conjunto del sistema bancario y financiero nacional. Ahora, desde la última gran crisis económica internacional con la bancarrota de Lehman Brothers en 2008, los gobiernos del primer mundo nunca han tenido mayor necesidad de conseguir financiamiento que hoy.
Parece una broma de mal gusto, sobre todo luego de que el mundo fue testigo de los mayores programas de rescate del sistema financiero con fondos de los contribuyentes y de los mayores programas de monetización de deuda simultánea que jamás se haya visto en los últimos 10 años, pero aun así hoy la economía global se enfrenta nuevamente a un problema de deuda global que es todavía más grande.
Durante al menos los último cinco años, los gobiernos de primer mundo han creado distintos mecanismos mediante acuerdos multilaterales para el incremento de viejos impuestos y la creación de otros nuevos, y en este sentido, comparando las actuales regulaciones respecto de la información que debía presentarse al abrir una cuenta bancaria con las que había, por ejemplo, en 2010, se puede decir que son radicalmente distintas.
Más aún, alrededor de 2016, estos gobiernos encontraron casualmente el pretexto político ideal contra los paraísos fiscales o las jurisdicciones de baja tributación en el caso de los Panama Papers y los Paradise Papers I y II. EEUU, por su lado, ya había creado el Foreign Account Tax Compliance Act (FATCA) en 2010, que al menos inicialmente fue creado solamente para identificar cuentas financieras no declaradas pertenecientes a contribuyentes estadounidenses, pero ¿por qué se establecería esta nueva norma regulatoria si no es para luego cobrar impuestos? De hecho, a partir de esta nueva normativa se ha visto un casual incremento a niveles récord de ciudadanos americanos no residentes que renuncian a su nacionalidad. (Clonazepam)
Un caso emblemático es el de Boris Johnson, ex Alcalde de Londres, ex Canciller del Reino Unido y actual miembro tory pro Brexit del Parlamento Británico. Johnson tenía la doble ciudadanía al haber nacido en Nueva York, pero en 2014 renunció a su ciudadanía americana para asegurarse de que, a raíz del FATCA, que obliga a que las instituciones financieras o no financieras en el exterior reporten las cuentas de los nueve millones de ciudadanos estadounidenses que existen alrededor del mundo, el IRS estadounidense no le cobre más impuestos luego de los que le cobró por la venta de una casa en Londres.
Y la OCDE, inspirada en el éxito del FATCA, en 2014 creó el Standard for Automatic Exchange of Financial Account Information, mejor conocido Common Reporting Standard o simplemente CRS. Se trata de un régimen multilateral de intercambio automático y periódico de información fiscal y sobre cuentas bancarias, firmado por más de 100 países, que entró en vigencia en 2016 y que está orientado a no dejar activo financiero o estructura fiduciaria alguna sin regular.
Pero cuidado con las malas interpretaciones, tanto el FATCA como el CRS son absolutamente reprochables por varios motivos, pero guste o no, al tratarse de normas regulatorias multilaterales, que lejos de cambiar están camino a afianzarse y consolidarse, es necesario saber ahora cuál es exactamente la posición de Bolivia al respecto. Por eso, lejos de aventurarse en algún momento por declaraciones políticas, se debería aprovechar la incertidumbre tanto sobre las sanciones de noviembre de 2018, como las más recientes sanciones contra Prodem, y más aún cuando todavía se encuentra en un período de transición y adaptación, para mostrar voluntad para cooperar con la propia comunidad internacional, y no terminar eventualmente con un sistema financiero bancario y financiero tan aislado del mundo como el de Angola, Camboya o Burundi.
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