En 2017 volví a tomar el tradicional tour por el Palacio Portales luego de muchos años, y hace unos días, luego de mucho más tiempo aún, volví a visitar Villa Albina, la casa de campo de Simón I. Patiño y Albina Rodríguez en Pairumani, Cochabamba. Por supuesto, la manera en que ahora veo las cosas es muy distinta, pero entre otras cosas, destaco algunos elementos por demás útiles sobre la capacidad de preservación del patrimonio familiar a largo plazo de los Patiño.
Lo primero a destacar es el hecho de que uno de los hombres más ricos del mundo en su momento, habiendo llegado a poseer hasta el 41% de estaño mundial, haya sido más criticado por cholo mestizo que admirado por ser un auténtico emprendedor, con una capacidad extraordinaria de generar riqueza teniendo apenas algunos años de instrucción escolar formal inicial; no lo querían ni los campesinos, que eran convencidos por el socialismo marxista de que estaban siendo explotados, ni en el Club Social de Cochabamba. No sería de extrañar que la decisión de mudarse a París en 1912 no haya requerido demasiado esfuerzo, pues la familia terminó vinculándose con la nobleza europea, y más tarde también con los más reconocidos personajes de Wall Street como de Hollywood, al mudarse a Nueva York por la Segunda Guerra.
Desde un principio, concretamente durante el auge artificial de los Felices Años 20, que luego derivó en la Gran Depresión de 1929, Patiño supo estructurar y proteger su riqueza, por ejemplo registrando sus vastas en el Estado de Delaware, EEUU, jurisdicción tradicionalmente conocida por sus preferencias tributarias como política de desarrollo (caracterizada fundamentalmente por separar el lugar donde ocurren las ganancias respecto del lugar donde se registra la empresa que las obtiene), e incentivar a inversores privados a consolidar allí sus empresas exonerándolas del pago de impuestos corporativos; y en 1931, su hijo Antenor se casó en Madrid con Cristina de Borbón y Bosch-Labrus en régimen de separación de bienes, que posteriormente sirvió para su complicado divorcio en México.
Más tarde, ya durante los años 40, cuando Don Simón ya no intervenía directamente en sus negocios, su hijo Antenor empezó a ser víctima del prejuicio político socialista de la época, que terminó confiscando sus minas a partir de la Revolución del 9 de abril de 1952.
Pero Bolivia al mismo tiempo hizo todo por espantar no solo a Patiño y su patrimonio, sino además el conocimiento sobre cómo generar riqueza (algo que parece ser una tradición cultural tan larga y arraigada como reprochable) y, por si fuera poco, cómo preservarla en el largo plazo a través de ya cuatro o cinco generaciones.
Una de las paradojas más comunes
Sobre el destino del resto de los 4 hijos (René, Graziella, Elena y Luz Mila) no se sabe demasiado con una investigación simple, aunque lo recomendable para las familias de alto patrimonio es siempre la discreción.
Sin embargo, quien ha destacado y lo sigue haciendo hoy en día de manera curiosa es la condesa Albina du Boisrouvray, hija de Luz Mila Patiño y el Conde Guy du Boisrouvray (primo de Rainiero III de Mónaco). Así como siempre hay miembros rebeldes dentro de una familia de alto patrimonio, Albina destaca de manera curiosa porque es apodada como la “la condesa roja” u “oveja negra de la familia”, habiendo sido mecenas de Gabriel García Márquez, Mario Vargas Llosa, Julio Cortázar, Carlos Fuentes e incluso Jean-Paul Sartre, y amiga muy cercana de Plinio Apuleyo Mendoza, cuando éstos se iniciaban como intelectuales de izquierda.
Pero la vida de Albina quedó marcada en 1986, cuando perdió a su único hijo, François-Xavier Bagnoud, con sólo 24 años de edad, en un accidente como piloto de helicóptero de socorro. Luego del fallecimiento de su hijo, decidió deshacerse de la gran mayoría de su riqueza para destinar alrededor de $100 millones a la filantropía contra la pobreza en honra de la memoria de su hijo, a través de FXB International, aunque -aquí surge el problema- la condesa du Boisrouvray rechaza este concepto:
I prefer not to use the word philanthropy – that’s synonymous with the British dropping food parcels in Iraq– I call it development. The former is about improving people’s circumstances temporarily without changing the root causes of the disaster; the latter, for me, is about changing people’s lives for good.
Lamentablemente, las buenas y más románticas intenciones no siempre son solución contra la pobreza. Si bien puede reemplazar el método violento de confiscación del socialismo clásico contra los más ricos, el problema con la filantropía está en que no cambia la vida de la gente de raíz realmente, sino que solamente cambia sus circunstancias temporalmente; y esto es algo que las familias de alto patrimonio deben tener muy en cuenta (parte del valor que tiene decir la verdad como asesor).
Así lo han explicado ampliamente -y así deben explicarlo también los asesores de familias con alto patrimonio- Ludwig von Mises en Planning for Freedom, Henry Hazlitt en Will Dollars Save the World?, Peter Bauer en De la Subsistencia al Intercambio o El Desprecio de la Realidad, Henry Thornton en Corruption and Foreign Aid, y más recientemente, Bill Easterly en The Tyranny of Experts, entre muchísimos otros más.
Más aún, puede que Warren Buffett y Bill Gates, autores de la iniciativa de The Giving Pledge, a la que se van sumando varios millonarios, sean los mejores de la historia para generar legítima riqueza a largo plazo, pero puede que sepan demasiado poco sobre pobreza. Por ejemplo, ¿quién contribuyó más a reducir la pobreza en el mundo, el Bill Gates empresario con Microsoft o el Bill Gates filántropo con su fundación?
Sucede que la mejor asignación posible de recursos es a través del libre mecanismo de precios, es decir, a través del mercado y su piedra angular, la propiedad privada. Lo mejor que pueden hacer los más ricos para combatir la pobreza es generar todavía más riqueza, porque asignar recursos de cualquier manera, pero fuera del mercado, provoca que se pierdan los criterios de pérdidas y ganancias; y lo mejor que pueden hacer los pobres (no como en Bolivia) es atraerla con incentivos a través del mismo mercado, manteniendo vivo el vínculo entre sacrificio y recompensa. Caso contrario, no se sabe realmente el impacto que probablemente se está perdiendo con esos $100 millones, llevando todo esfuerzo por el caño de la frustración. Por ejemplo, Albina Bousouvray pide asesoría y consejos a Muhammad Yunus, aquel lobo con piel de cordero.
Todo esto conforma una serie de lecciones en la que los asesores de preservación patrimonial internacional también deben tener en cuenta: la mejor manera de honrar antepasados no es solamente elaborando un buen testamento en vida y un buen portafolio de inversión contra las decisiones motivadas sentimentalmente y la coyuntura, que ya es bastante, sino que también se requiere de mucho trabajo pedagógico extenso y adecuado (ser rico no tiene absolutamente nada de malo) para ayudar a las familias con alto patrimonio tomar las mejores decisiones posibles para evitar la dilapidación y el arrepentimiento.