Colombia comienza a cerrar 2022 con el fin de la luna de miel del gobierno de Gustavo Petro luego de apenas dos meses desde que asumió el máximo cargo. La aprobación a la gestión de Petro ha caído en picada al 46%, una caída de 10 puntos porcentuales, mientras que la desaprobación se duplicó a un 40%, a la vez que un 64% de las personas encuestadas respondió que la situación del país está empeorando, de acuerdo con una encuesta de Invamer.
Entre los problemas más importantes que Colombia enfrenta está la reforma tributaria con la que, entre otros aspectos, Petro pretende incrementar impuestos a los más ricos en un 200%, además de que alardea de que quien lo asesora es el francés Thomas Piketty.
En consecuencia, de acuerdo con Banco de la República, solamente durante la última semana de septiembre se fueron más de $400 millones de Colombia, a lo cual Petro volvió a pedir “que los dólares no se vayan en masa, “porque en el país “hay más oportunidades” que en otro lugar, pero además acusa a Estados Unidos por la fuga de capitales y la crisis que estaría provocando con el incremento de tasas de la Reserva Federal.
Igualmente, Gustavo Petro lleva una absurda guerra contra la industria petrolera, carbonera y gasífera (Colombia genera solamente 0,2% de los gases de efecto invernadero que se emiten diariamente en el mundo) para girar al uso de las energías verdes de la noche a la mañana, y más disparatada aún cuando el mundo más necesita de los combustibles fósiles.
Uno diría que esta guerra era simple retórica electoral y que luego el mensaje sería más moderado, pero la viceministra de Minas y Energía, Belizza Janet Ruiz Mendoza, afirmó en el Congreso Naturgas 2022 de inicios de octubre que durante el gobierno de Petro no habrá más exploración y explotación de hidrocarburos en Colombia.
Es por esto que los bonos de Ecopetrol, petrolera colombiana insignia, han seguido cayendo con fuerza siguiendo la misma peligrosa tendencia del último año ante la amenaza que Petro representa.
De la misma manera, los inversores están abandonando los bonos colombianos a medida que el riesgo político que provoca Petro se incrementa. De hecho, ahora mismo son más riesgosos que los de Brasil, Perú, Chile y México.
Cuando Petro estuvo en Nueva York para asistir a la Asamblea General de las Naciones Unidas, pudo haber aprovechado para enviar un mensaje claro y contundente para calmar las tensiones con los capitales que abandonan Colombia, pero con su discurso casi incomprensible y lleno de metáforas rebuscadas generó una percepción todavía más desfavorable sobre el futuro de su país.
En lo que respecta a la inflación provocada por la devaluación constante del Banco Central fundamentalmente para tratar de defender el peso frente a la fuga de capitales y la consecuente caída de reservas (no reciente, sino de todo el año), en septiembre ha alcanzado un 11,44%, lo que representa no sólo un incremento superior al dato esperado del 11,29%, sino además niveles máximos de 1999.
Para peor, el Banco Central tiene apenas dos meses y medio para alcanzar su ilusorio objetivo de inflación del 3% en 2022, y las pretensiones de incrementar el gasto público e incrementar el salario mínimo casi al 20% no ayudará en absoluto a alcanzar esa meta.
Pero antes de terminar, a falta de problemas, Colombia tendrá que encarar el hecho de que hoy sea parte del Socialismo del Siglo XXI. Entre varios otros aspectos, esto se traduce en un serio problema de seguridad nacional, dado que uno de los más interesados en tener presencia en este país, además de la propia Venezuela, China y Rusia, es Irán (asunto sobre el que ya habrá momento para extenderse). Probablemente este será el asunto más difícil con el que ya ni siquiera los grandes capitales tengan que lidiar a largo plazo (porque a fin de cuentas ya se han estado yendo probablemente para no volver), sino los colombianos.
Con este, mientras el crecimiento en julio desaceleró al 6,4%, mínimos de 17 meses, los pronósticos oficiales hablan de un PIB del 7,8% en 2022, que sería el más acelerado entre las principales economías de toda la región, pero también hablan de un crecimiento de apenas un 0,7% en 2023, al borde de la recesión.
En definitiva, las cosas se están complicando mucho y muy rápido en Colombia tal y como no pocos hemos advertido al menos desde que trataron de derrocar al ex presidente Iván Duque, cuando buscó incrementar impuestos para lidiar con el déficit en vez de recortar el gasto público estructural mientras pudo. Ahora la situación será irremediablemente peor.
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